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A. RIVERO
 

426 A. RIVERO Cuando los ríos desbordan de sus cauces, flotan sobre las aguas turbulentas to- dos los troncos podridos, todas las ramas desgajadas, todos los detritos; en su curso alocado, destruyen sus corrientes, puentes y caminos y asuelan las pingües cosechas que brindaban las fértiles llanuras. Después, al restablecerse el nivel, manos de hom- bres honrados y laboriosos recogen tales basuras que el fuego se encarga de consu- mir y purificar. En todas las grandes crisis por que atraviesan los pueblos, siempre flota y se agita y rebulle lo hueco, lo que menos pesa, lo más inútil, las ramas estériles y sin savia que arrancaron los vientos y transportaron las corrientes desencadenadas.