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A. RIVERO
 

mayor excitación, causando gran alarma con la noticia de que tropa enemiga descen- día del Guamani, por lo cual soldados de infantería salieron hacia el puente, escol- tando algunos cañones, que lanzaron desde allí varias granadas sobre las alturas de Pablo Vázquez. Refiriéndose a esta escaramuza, dice el general Haines: Algunos hombres de la compañía C llegaron al pueblo con alarmantes noticias de desastres, y, como consecuencia, otra parte del regimiento, fué enviada para prote- ger la partida. Pronto se alejó el enemigo, y la fuerza volvió a su campo. Las pérdi- das en este combate fueron cinco hombres heridos y dos más asfixiados por el ca- lor. No hubo razón para las alarmantes noticias que llegaron al pueblo, y ello fué de- bido a las excitadas imaginaciones de algunos hombres. Las fuerzas españolas no experimentaron bajas, y al reconocer el terreno reco- gieron cuatro caballos, uno de ellos herido, y de los otros, dos con montura de oficial. Ultimo día de guerra.-En la tarde del 12 de agosto hizo el general Brooke los preparativos necesarios para atacar, por el frente y flancos, las posiciones españo- las, forzando el paso a Cayey, donde pensaba darse las manos con la brigada Wilson, que, en aquella misma fecha, debería dislocar las alturas del Asomante en Aibonito. El general Haines salió de Guayama a las siete de la mañana del 13, camino de Ponce, con el cuarto regimiento de Ohío, llevando raciones para dos días y 100 car- tuchos para cada hombre de sus tres batallones; después de recorrer una milla siguie- ron, a la derecha, por un camino de herradura, que se dirige al Oeste, hasta el mis- mo valle del Río Seco, y que desde allí continúa paralelo a su curso por algunas millas, en cuyo punto (véase el croquis de esta operación), toda la columna, abando- nando la vereda, trepó hacia las alturas, unas veces por sendas escabrosas y otras a través de los chaparrales. Esta marcha de flanqueo tenía por objeto caer a retaguardia de las posiciones de Guamaní. A la misma hora, siete de la mañana, salió de Guayama, camino a Cayey, la si- guiente fuerza: Tercer regimiento Voluntarios de Illinois, un batallón del de Pennsylvania, dos caño- nes dinamiteros y dos baterías de campaña. A la cabeza de la columna, y a pie, mar- chaba el mayor general Brooke, con todo su Estado Mayor, y el intérprete Luzuna- ris. Un batallón del 4.° de Pennsylvania fué destacado en Arroyo, y otro quedó de reserva en la ciudad, donde dos nuevas baterías fueron apostadas hacia el Norte, en una loma que dominaba el camino hacia Cayey. Toda la columna iba muy lentamente, esperando las señales de cohetes debía que hacer el general Haines, tan pronto desembocase a retaguardia y flanco izquierdo de la hacienda Pablo Vázquez.