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A. RIVERO
 

Todo el peso del combate, por consiguiente, había recaído sobre el l6.° de Pennsylvania. A las cuatro y media de la tarde anterior había comenzado este regimiento su movimiento de flanqueo por un camino de herradura que, partiendo de la carretera central, cuatro millas al Sudoeste de Coamo, sigue hacia el Norte, y más tarde al Noroeste, torciendo, por último, al Nordeste, donde baja y cruza el río de Coamo. Después de una marcha sumamente difícil, a las siete de la mañana del 9 de agosto oyeron los primeros cañonazos del capitán Anderson, y entonces, a toda carrera, después de recorrer el camino restante, llegaron, poco antes de las ocho, a una co- lina que domina la carretera de Coamo a Aibonito, pero separadas por el río Cuyón. La compañía del capitán Burns recibió órdenes de tomar a viva fuerza la carre- tera; pero tan pronto fué avistada por las tropas españolas que estaban a cubierto dentro de las cunetas del camino y detrás de los árboles que le dan sombra, rompieron el fuego. Aquella posición era demasiado fuerte para que pudiese ser atacada con éxito directamente. Inmediatamente las demás compañías del primer batallón desplegaron en guerrilla, situándose una parte en lo alto de la loma y otra más abajo, contestando con fuego individual el de las tropas españolas. El 2 ° bata- llón, que estaba en otra altura, a la derecha y detrás, se corrió a la izquierda, escalando una segunda loma, desde la cual enfilaba con sus fuegos la cuneta del camino que servía de trinchera al enemigo; descarga tras descarga, causaron en éste alguna confusión, y entonces terminó el combate, que había durado cerca de una hora. Las fuerzas españolas desde el camino agitaban sus sombreros y pañuelos indi- cando su intención de rendirse; el comandante Windsor, con algunos hombres, bajó hasta la carretera, haciendo prisioneros a los soldados enemigos, que ya habían echado a tierra sus fusiles; seguidamente se les condujo a través del pueblo, envián- dolos al campamento ocupado durante la noche anterior por el regimiento de Pennsylvania. Las bajas en el combate, todas de este regimiento, fueron las siguientes: Whittlok, compañía C herido en la cadera derecha; Frank, de la misma, pierna derecha frac- turada; Logan, de la /, herido en el brazo derecho; Jolley, compañía F, en un brazo; todos los anteriores eran soldados. El cabo Barnes, de la compañía B^ recibió una grave herida, atravesándole la bala el abdomen. Cinco oficiales y 162 soldados espa- ñoles fueron hechos prisioneros. Era evidente que la guarnición española había em- prendido su retirada desde que principió el ataque; el regimiento de Pennsylvania, por consiguiente, sólo había cortado una parte de la columna, mientras el resto siguió por el camino principal hacia Aibonito. Pocos minutos después de cesar el fuego, el capitán Clayton con su escuadrón,, acompañado del comandante Flagler, atravesando el pueblo, persiguió muy de cerca al enemigo para impedir que volase los puentes de la carretera; solamente el arco de uno de ellos fué destruido poco antes de llegar ia caballería, lo cual causó el retrasa consiguiente; más tarde, cuando después de encontrar un paso practicable, siguieron adelante, a todo galope, y dejando detrás sus caballos cansados, no pudieron alcan- zar al enemigo, porque éste los recibió a cañonazos desde las baterías del peñón, si- tuadas en las montañas del Asomante.