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De las poesías que compuso en esta época, la oda A la libertad de imprenta, es sin duda, la mejor. Pero la más celebrada de sus composiciones es el poema lírico A la batalla de Ituzaingó, que escribió en 1827, y á la que pertenece la siguiente estrofa:

Las barreras del tiempo
Rompió al cabo frenética la mente;
Y atónita se lanza en lo futuro,
Y á la posteridad mira presente.
Oh! porvenir impenetrable, oscuro!
Rasgóse al fin el tenebroso velo
Que ocultó tus misterios á mi anhelo.
Partióse al fin el diamantino muro
Con que de mi existencia dividías
Tus hombres, tus sucesos y tus días.


Exposición grandiosa, movimientos líricos, giros poéticos, elegancia sostenida, tales son las principales dotes que luce este poema. Pero á pesar de esto es muy desigual, y no podía menos de serlo, dada su extensión y el afán de detallar minuciosamente todas las peripecias de la batalla; existe, sin embargo, en todo él una franqueza de ejecución que hace agradable é interesante su lectura.

Este valiente ensayo épico lírico no fué el último laurel de su corona poética. Inspirándose en la fundación de la Universidad de Buenos Aires, dirigió una patriótica exhortación á la juventud, á la que termina diciendo:

Ah! ya te veo alegre y presurosa
Correr á los altares de la Diosa,
Y de entusiasmo llena,
Beber de aquella fuente
Que al mismo pié de sus altares nace:
Ni tu ansia de saber se satisface
Sin bañarse en su límpida corriente.
El genio de la patria, embebecido,
¡Oh Juventud? Te mira;
Y el genio de la patria enternecido
Te bendice, te admira,
Y al fruto de tu verde primavera
Sus esperanzas libra. Nueva era
En tí comienza ahora;
Y el alma Libertad desdo sus aras
Se engríe triunfadora
En el gran porvenir que le preparas!


Aunque sin dejar de ser clásico, saludo con júbilo los