da Vd. tener á contradecir cosas de notoría publicidad que son del dominio de todos.
—¿Con que la calumnia, segun el parecer de Vdes del dominio de todos, y por lo tanto tan autorizada, que los amigos de los que ataca no tendrán derecho á combatirla?
—Si calumnias son, que busquen las fuentes para atajarlas.
—Esas fuentes, señor mio, dijo D. Galo siempre en tono moderado y atento, son inaveriguables como as del Nilo.
—Pues entonces, repuso el oficial bruscamente, que dejen al Nilo correr, puesto no les será posible atajar su corriente.
Diciendo esto, volvió la espalda á D. Galo con poca finura.
—¡Dejaría Pando de sacar la espada por una elegantona! dijo la señora de la Tijera; se muere por ser abogado de malas causas.
—Siempre ha sido Alegría una de las muchas santas de la devocion de Vd., D. Galo, dijo Lolita.
—No digo que no; cuando soltera, habria sido yo dichoso si me hubiese correspondido.
—Si todas aquellas á quienes se lo ofreceis admitiesen su corazon, tendria Vd. que repartirlo en dóBis homeopáticas, D. Galo.
—Lolita, hija mia, si Vd. lo quiere, sereis su Reina despótica y absoluta, sin córtes, senado, asamblea, ni cámaras.