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carlos r. darwin.

lectores con numerosos detalles. Influye en ellos el terror lo mismo que en nosotros: causa en ambos temblor en los músculos, palpitaciones en el corazon, una relajacion en los esfínteres y el erizamiento de los pelos. La desconfianza, engendro del miedo, caracteriza eminentemente los animales salvajes. Las cualidades de valor ó de timidez son sumamente variables en los individuos de la misma especie, como claramente se nota en nuestros perros. Todos sabemos cuán propensos son los animales á encolerizarse furiosamente, manifestándolo á las claras. Se han publicado numerosas anécdotas sobre las venganza hábiles y muchas veces aplazadas mucho tiempo por los animales. La amistad del perro hácia su dueño es notoria; hásele visto acariciarle durante su agonía. Como acertadamente hace notar Whewell «cuando se leen esos ejemplos conmovedores de amor maternal, que tan á menudo se cuentan de mujeres de todas las naciones y hembras de todos los animales, ¿quién puede dudar de que el móvil que á unas y á otras impulsa no sea el mismo en ambos casos?

El amor maternal se manifiesta hasta en los detalles más insignificantes. Rengger ha visto un mono americano (Cebus) ahuyentar con cuidado las moscas que molestaban á su cachorro; Duvancel vió un hilobato que lavaba la cara de los suyos en un arroyo; las hembras de los monos experimentan tal tristeza cuando pierden sus cachorros, que Brehm las ha visto (en algunas especies que observó cautivas en el África del Norte) morir á consecuencia del dolor. Los monos huérfanos son siempre adoptados y criados cuidadosamente por los otros monos, tanto machos como hembras. Una hembra de babuino, notable por su buen corazon, no solo adoptaba los pequeños monos de otras especies, sino que hacia extensivo su

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