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PRÓLOGO.




El excelentísimo señor don José Manuel de Vadillo, ilustre gaditano, y persona de gran erudicion, como demuestran su Sumario de la España económica, sus Estudios sobre las caiisas de la revolucion de la América del Sur y su Análisis del concordato de 1851, y otros opúsculos no menos interesantes, deseoso de prestar un servicio á la literatura patria, se propuso costear un tomo de la Biblioteca de Autores Españoles, consagrado únicamente á publicar por vez primera ó á reimprimir algunas obras importantísimas que por su rareza merecían ser mas conocidas ó perpetuadas en la memoria de las gentes para honor del ingenio español. Aceptada por el señor don Manuel Rivadeneyra, editor de la Biblioteca, la protectora é ilustrada oferta que por mi intervencion se dignó hacerle el señor de Vadillo, sale hoy este tomo á luz, formado de diferentes joyas literarias.

El Diálogo entre Carente y el alma de Pedro Luis Farnesio, hijo del papa Paulo III, es una obra de don Diego Hurtado de Mendoza, escrita á imitacion de Luciano. Su asunto nace de la muerte que varios nobles conjurados dieron á Pedro Luis Farnesio, duque de Plasencia y Parma, en su mismo palacio, el dia 10 de setiembre de 1547, cansados de sufrir por una parte las violencias de su tiránico gobierno, y por otra movidos de las ocultas instigaciones que, en nombre del emperador Cárlos V, les hicierondon Fernando Gonzaga, capitan general de Milan, el castellano de Cremono, el obispo de Arras y el mismo don Diego Hurtado de Mendoza, segun la voz que corrió en aquel tiempo por Italia. El duque Pedro Luis Farnesio baja después de muerto á la laguna Estigia, y tiene con Aqueronte un largo coloquio sobre los negocios de Roma y el concilio de Trente. Es obra escrita con aquel ingenio vivísimo y aquella sagaz política que don Diego Hurtado de Mendoza usa en casi todas sus obras. Hay, sin embargo, la gran incongruencia de aparecer Aqueronte muy interesado por la causa de los cristianos : incongruencia que no debe atribuirse tanto á don Diego Hurtado de Mendoza, cuanto al gusto general que habla en su siglo, de mezclar en los trabajos de invencion las tradiciones de los gentiles con las de los cristianos. ¿Qué extraño es que don Diego de Mendoza haga que las almas de los cristianos vayan á la laguna Estigia á que Aqueronte las conduzca en su barca, cuando Miguel Angel, en su gran fresco del juicio final, pintaba al mismo Aqueronte empleado en ejercicio igual al que le dió la imaginacion de los gentiles ?

El Diálogo de Caronte y Pedro Luis Farnesio sale á luz hoy por vez primera. En la Biblioteca Nacional existen antiguas copias manuscritas de este ingenioso opúsculo.

La Crónica de don Francés de Zúñiga ocupa el lugar segundo de este volúmen. Es la