Página:Azabache (1909).pdf/91

Esta página no ha sido corregida
— 87 —

tan pequeño como usted ve, fuí jockey durante varios años, hasta que en el hipódromo de los Campos Elíseos, un día que el piso estaba muy resbaladizo, mi pobre Golondrina cayó, cogiéndome una pierna debajo y rompiéndomela por la rodilla, lo que me inutilizó para aquella clase de trabajo. Pero yo no podía vivir lejos de los caballos, como no podría ahora tampoco, y en consecuencia me dediqué á mozo de cuadra. Puedo asegurar á usted que mi mayor placer está en cuidar un caballo como éste, tan bien educado y tan bien tratado, y que no necesito más que veinte minutos para conocer qué clase de mozo ha estado al cuidado de él. Este, por ejemplo, lo ve usted humilde, tranquilo, volverse en cuantas direcciones se desee, levanta sus patas para dejárselas limpiar, y hacer, en una palabra, todo lo que se le manda; mientras que encontrará usted otros, inquietos, de mal genio, desobedientes, que suelen huir, ó sacudir la cabeza agachando las orejas al aproximarse usted, como si le tuvieran miedo; y hasta en ciertos casos enseñarle á uno las herraduras para defenderse.

¡Pobrecillos! Yo comprendo en seguida cuál es el trato que han recibido. Si son tímidos, se vuelven espantadizos ó desconfiados; y si son de pura sangre, se hacen falsos y peligrosos. Su carácter depende, la mayor parte de las veces, de