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-Y á mí también-dijo mi amo, tanto como á otro cualquiera; pero no me gusta verlos colgados. Eso les quita todo su lucimiento. Vamos á ver, señor Lanzagorta: Usted que es militar, le gustaría ver á los soldados de su regimiento con las cabezas bien levantadas, gracias á una correa que les tirase de ella por la espalda? Y menos mal si esto fuese en una parada, donde sólo les produciría aburrimiento y fatiga; ¿pero qué me dice usted tratándose de una carga á la bayoneta al frente del enemigo, cuando necesitasen el libre ejercicio de todos sus músculos, y toda su fuerza en el avance? No sería yo quien le garantizase á usted la victoria. Pues lo mismo sucede con los caballos; usted los incapacita de echar el cuerpo hacia adelante,y tienen por lo tanto que emplear un esfuerzo mucho mayor con las coyunturas y los músculos, lo cual los cansa más pronto. El caballo necesita mover libremente su cabeza, lo mismo que el hombre, y si nosotros atendemos un poco más al sentido común que á la moda, facilitaremos el trabajo en muchas cosas. Además, á usted no se le puede ocultar que si un caballo da un mal paso, tiene muchas más probabilidades de recobrarse y sostenerse si su cabeza y cuello están libres, que si los lleva amarrados al arnés. Y por último añadió, sonriendo, aquí tiene el ejem-