Página:Azabache (1909).pdf/269

Esta página ha sido corregida
— 265 —

XXVIII

TIEMPOS DUROS

Nunca podré olvidar á mi nuevo amo; tenía los ojos negros, la nariz de pico de loro, los dientes más grandes que los de un perro de presa, y la voz más áspera que el ruido de las ruedas de una carreta sobre un camino lleno de guijos. Se llamaba Nicolás Cantueso, y era cruel con los caballos y con los hombres.

Yo había oído el refrán «ver para creer»; pero opino que es más acertado decir, «sentir para creer», pues por mucho que había visto anteriormente, nunca, hasta entonces, comprendí lo mísero de la vida de un pobre caballo de coche simón.

Cantueso era dueño de una colección de coches de tercera clase, conducidos por cocheros de la misma categoría. El era duro para éstos,