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nas; pero este otro, si no trabaja, podrá suceder que al engancharlo luego haga alguna avería.

-Ya está bien vicioso-contestó Enrique,y á pesar de que le he acortado la ración de grano, hay veces que no puedo gobernarlo.

-Lo comprendo-dijo Cuadrado, y oye lo que te voy á decir: si tu madre no tiene inconveniente, yo puedo venir todos los días para trabajarlo, hasta que dispongan otra cosa, y de lo que gane, la mitad se la entregaré á tu madre, para ayuda del pienso de los caballos, que no le vendrá mal. Volveré al mediodía por la contestación; y sin esperar más, tomó la puerta.

Yo creo que al mediodía habló con Paulina, pues él y Enrique vinieron juntos á la caballeriza, pusieron los arneses á Corzo, y se lo llevaron.

Por espacio de una semana, ó más, continuó sacándolo todos los días, y cuando Enrique le daba las gracias, ó le decía algo acerca de su bondad, él se reía, y decía que la ventaja era para él, pues mientras tanto, descansaban un poco sus caballos, que de otro modo no hubieran podido lograrlo.

Perico continuó mejorando constantemente, pero el doctor dijo que no debía pensar en volver nunca al trabajo de alquiler, si quería llegar á viejo.