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de Sherlock Holmes

perspicacia de Sherlock Holmes, que no podía perder la esperanza desde que cada nuevo hecho parecía reforzar su convicción de la inocencia del joven Mc. Carthy.

Era tarde cuando Sherlock Holmes volvió. Estaba solo; Lestrade se había quedado en su alojamiento en la ciudad.

—Todavía el barómetro está muy alto—dijo, al sentarse. Es importante que no llueva antes de que vayamos al terreno.

Por otra parte, para una labor tan delicada como esta, un hombre debe estar lo más fresco y reposado que sea posible, y yo no querría emprenderla cansado por un largo viaje. He visto al jover Mc. Carthy.

—Y qué ha sabido usted por é!?

—Nada.


—No ha podido arrojar ninguna luz?

—Ninguna. Hubo un momento en que creí que sabía quién había cometido el crimen y lo ó la ocultaba con su silencio; pero ahora estoy convencido de que el asunto es para él tan misterioso como para cualquier otro. No es un joven de inteligencia muy viva, pero su apariencia es simpática, y creo que tiene buen corazón.

—Si es cierto que no quería casarse con una joven tan encantadora como esa señorita Turner, no le admiro el gusto.

—¡Ah! ahí hay una historia bastante dolorosa.

Esa joven la ama loca, desesperadamente; pero

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