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Aventuras

por la ventana de mi cuarto, lo vi bajar y echar rápidamente á andar hacia afuera de la plazoleta, pero no vi en qué dirección iba. Entonces tomé mi escopeta y me encaminé á la laguna de Boscombe, con el objeto de cazar en el soto de conejos que hay en el otro lado. En el camino vi á Guillermo Crowder, el guardacaza, como él lo ha declarado, pero al creer que yo seguía á mi padre, se equivocó. Yo no tenía la menor idea de que mi padre iba por delante de mí.

Cuando me hallaba á unas cien yardas de la laguna, of un grito de «Cuii» que era la señal usual entre mi padre y yo. Entonces apresuré el paso y encontré á mi padre parado junto á la orilla. Pareció muy sorprendido de verme y me preguntó en tono más bien brusco lo que hacia allí. Siguió una conversación que subió á un cambio de palabras agrias y casi de golpes, pues mi padre era hombre de carácter violento.

Viendo que á cada momento podía dominarse menos, lo dejé y eché á andar hacia la casa.

Pero no habría andado más de ciento cincuenta yardas, cuando oí un horrible grito que partia de atrás de mi y me hizo volver corriendo. Encontré á mi padre tendido en el suelo, expirante, con la cabeza terriblemente herida. Dejé caer la escopeta y lo alcé en mis brazos, pero casi en el mismo instante expiró. Me quedé arrodillado á su lado durante unos minutos y luego me dirigí á la casa del guardabosque del señor Tur-