Página:Aventuras de Sherlock Holmes - Tomo I (1909).pdf/79

Esta página no ha sido corregida
77
de Sherlock Holmes

Sería un ingrato si no les demostrara interés, después de lo que he ganado mediante una de ellas—contesté, mirándola. Pero si voy, tengo que prepararme en seguida, porque ya no me queda más que media hora.

Mi experiencia de la vida de campaña en Afghanistán había tenido el efecto de hacer de mí un viajero rápido y expeditivo. Pocas cosas y muy sencillas bastaban para mis necesidades, de modo que en menos del tiempo dicho me encontraba ya en un coche de plaza con mi maleta, en camino á la estación de Paddington. Sherlock Holmes paseaba de un lado á otro en el anden su alto y delgado cuerpo, que parecía aún más delgado y alto por el largo sobretodo gris de viaje y la gorra de paño á la cabeza.

—Ha sido usted en verdad muy bueno al venir, Watson—me dijo.—Para mí significa una gran deferencia, el tener conmigo una persona en quien pueda confiar completamente. La ayuda de gente de la localidad á donde uno va es siempre inservible, si no es perjudicial. Tome usted esos dos asientos del rincón; yo voy en busca de las boletas.

Nos encontramos solos en el vagón, con el inmenso paquete de periódicos que Holmes había llevado consigo y que se puso á revolver y á leer, con intervalos en que tomaba apuntes y meditaba, hasta que hubimos pasado Reading. Después reunió todos los papeles en un gigantesco atado y los arrojó al camino.