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Aventuras

sería imposible resolver una cuestión tan sencilla. ¡Eso es! Siéntese usted y hablemos.

Nuestro visitante se desplomó en una silla, con una cara de muerto y la frente brillante de sudor.


—Nada... nada hay en ello que la ley castigue—balbuceo.

—Así lo temo; pero, aquí entre nosotros, señor Windibank, esta es la farsa más cruel, egoísta é inhumana,, hecha de la manera más mezquina que he visto en mi vida. Ahora, voy á describir rápidamente el curso de los sucesos, y usted me contradecirá si me equivoco.

El individuo estaba desplomado en su silla, con la cabeza caída sobre el pecho, como alguien que se siente literalmente aplastado. Holmes apoyó ambos pies en un lado de la estufa, y echado hacia atrás en su sillón, con ambas manos en los bolsillos, empezó á hablar, más consigo mismo, al parecer, que con nosotros.

—El hombre se casó por dinero, con una mujer mucho mayor que él—dijo,—y usufructuó el dinero de la hija mientras ésta vivió con ellos.

La suma era considerable para gente de su posición, y su pérdida habría determinado una notable diferencia en la vida de la casa; valía la pena de conservarla. La hija era de carácter bueno; amable, pero fácil de concebir un afecto y de ser vehemente á su manera, de modo que era evidente que, uniendo á eso sus prendas personales y su pequeña renta, no se quedaría