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Aventuras

Y hasta entonces nada puede usted hacer?

—Nada.

—En ese caso, voy á continuar mis visitas á mis enfermos; pero volveré esta noche á la horaque ha señalado usted, porque deseo ver la solución de un asunto tan intrincado.

—Tendré mucho gusto de verle á usted de vuelta. Comeremos á las 7. Creo que tenemos una gallina montaraz. A propósito: en atención á lo que ha sucedido, voy á encargar á la cocinera que examine el buche.

Me demoré en la casa de un enfermo, y cuando volví eran algo más de las 6.30. Al llegar á la casa, ví á un hombre de elevada estatura, con una gorra de viaje y un saco abotonado hasta la barba, que esperaba afuera, en el brillante semicírculo que arrojaba la luz del farol. En el momento mismo, la puerta se abrió, y los dos subimos hasta el cuarto donde se hallaba Sherlock Holmes.

7070 —El señor Enrique Baker, me parece—dijo Holmes, levantándose de su sillón y recibiendo al visitante con la soltura y autoridad amable que tan fácilmente asumía.—Ruego á usted que se siente en esa silla al lado del fuego, señor Baker. La noche está fría, y observo que el sistema circulatorio de usted se adapta más al verano que al invierno. Este sombrero es de usted, señor Baker?

—Sí, señor: no cabe duda de que ese es mi sombrero.