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Aventuras

mente una ojeada á los avisos de los diarios, toda vez que es pobre y la pérdida que ha sufrido tiene que afectarle. Tanto lo asustó la desgracia que tuvo de romper la vidriera y la presencia de Peterson, que no pensó en otra cosa que en la fuga; pero desde entonces debe haber sentido amargamente el impulso que le hizo soltar el ganso. Por otra parte, la mención de su nombre en el aviso hará que no lo pase inadvertido, pues sí él no lo ve, cualquiera de sus conocidos que lo lea le avisará. Tome usted, Peterson, corra usted á la agencia de avisos y haga usted poner esto en los diarios de la tarde.


—En cuáles, señor?

—10h! En el Globe, Star, Pall Mall, Saint Jame's Gazette, Exening News, Standard, Echo y los demás que se le ocurran á usted.

—Muy bien, señor; y la piedra?

—1Ah, si! Yo me quedo con la piedra. Gracias.

Y, oiga usted, Peterson: al volver compre usted un ganso y déjemelo usted aquí, porque necesitamos tener un ganso para darlo al caballero, en cambio del que la familia de usted devora en este momento.

Cuando el comisionista se hubo marchado, Holmes tomó la piedra y la puso contra la luz.

—¡Qué espléndida cosal—dijo.—Mire usted un poco cómo brilla y chispea. Por supuesto, es un núcleo y un foco de crimen: toda piedra preciosa de gran valor lo es. Las piedras preciosas