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Aventuras

seis compañeros, y llevábamos una vida la más libre, saqueando una estación de vez en cuando, y deteniendo en los caminos á los carros que iban á las minas. El negro Juanón de Ballarat fué el nombre que adopté, y á nuestro grupo se le recuerda aún en la colonia como á la Pandilla de Ballarat.

»Un día pasaba un convoy de oro, de Ballarat á Melbourne, y nosotros nos pusimos en acecho y lo atacamos. Los soldados de la escolta eran seis y nosotros seis, de manera que la acción era arriesgada; pero, á la primera descarga, dejamos sin jinete á cuatro de los caballos de tropa.

Sin embargo, antes de que quedáramos dueños del campo, habían sido muertos tres de mis compañeros. Yo puse mi pistola en la cabeza del carrero, el cual era este mismo Mc Carthy.

1Ojalá lo hubiera muerto! pero lo dejé con vida, á pesar de que ví sus ojillos malvados fijos en mi cara, como para acordarse de cada uno de mis rasgos. Nos escapamos con el oro, fuimos ricos, y nos embarcamos para Inglaterra sin que se sospechara de nosotros. Al llegar á tierra, inglesa me separé de mis antiguos camaradas, resuelto á retirarme á una vida tranquila y honrada. Compré esta propiedad, que estaba en venta, y empecé á hacer con mi dinero algún bien, para honrar en algo la manera como lo había ganado. Me casé, y mi mujer murió joven, pero me dejo á mi querida Elisita. Desde que era pequeñita, su cariñosa mano parecía guiarme al