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Aventuras

vivos destellos. Su cara se inclinaba hacia el suelo, los hombros se le caían, los labios se apretaban, y las venas de su largo cuello sobresalían, duras como cuerdas. Las narices parecian dilatársele con un apetito de caza, puramente animal, y su mente se concentraba de manera tan absoluta en el asunto que tenía ante sí, que la pregunta ú observación que llegaba á sus oídos no penetraba en ellos, ó, cuando más, provocaba en respuesta un gruñido rápido é impaciente. Veloz, silenciosamente, seguia el camino que se abría por entre los prados, y después por entre el bosque, hasta la laguna de Boscombe. El terreno era húmedo, pantanoso, como es todo aquel distrito, y había en él las trazas de muchos pies, tanto en el sendero como sobre el corto césped que lo limitaba por ambos lados. A ratos, Holmes se apresuraba, á ratos se detenía de golpe, y una vez hizo un pequeño détour por la pradera. Lestrade y yo ibamos detrás de él, el detective indiferente y despreciativo, mientras yo observaba á mi amigo con el interés que brotaba de mi convicción de que cada uno de sus pasos se dirigía á un fin definido.


La laguna de Boscombe, que es una pequeña sábana de agua de color rojizo y de unas cincuenta yardas de diámetro, está situada en los limites de la granja de Hatherley con el parque privado del acaudalado señor Turner. Por encima de la arboleda que se extendía por la orilla