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los objetos de sus delicias en el mercado público; yo, sin costo ninguno, los encuentro infinitamente más dulces en el fondo de mi alma. Pues si todo cuanto he alegado en mi defensa es cierto, y nadie puede convencerme de que falto á la verdad, ¿cómo, haciéndome justicia, no he de ser ensalzado por los dioses y por los hombres?

Tal es mi conducta. Y sin embargo, Mélito, tú me acusas de pervertir á la juventud. (14) Pero todos sabemos en que consisten tales corrupciones: díme si conoces á uno sólo de esos jóvenes que con mis lecciones se haya pervertido: que siendo religioso se haya hecho un impío, que de moderado se haya tornado violento, de reservado en pródigo, de sóbrio en amante de la crápula, de trabajador en perezoso, uno sólo que se haya entregado á pasiones vergonzosas.—Sí, por Júpiter! conozco á algunos á quienes has seducido hasta el punto de que siguen con más confianza tus consejos que los de sus padres.—Lo confieso, dijo Sócrates; pero en lo respectivo á la educacion moral: que, como ellos saben, es el asíduo objeto de mis desvelos. Tambien en lo que conviene á la salud, seguimos mejor los consejos de los médicos que los de nuestros padres; y vosotros todos, atenienses, mirais en las asambleas á los que hablan en ellas con superior ilustracion con más predileccion que á los que se hallan unidos á vosotros por los vínculos de la sangre; así como en las elecciones de generales preferís los varones más hábiles en el arte de la guerra, no sólo á vuestros padres y á vuestros hermanos, sino por Júpiter! aun á vosotros mismos.—Ese es el uso, y así conviene á la Pátria, replicó Mélito.—Pues entonces, dijo Sócrates, ¿no te parece digno de admiracion, siendo en todos los asuntos los más hábiles considerados no sólo como iguales sino como superiores á los demás, que yo, por ser tenido en la opinion