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los enemigos de Sócrates, por la iniquidad de su conducta. Al principio y al fin de la Apología expone claramente el objeto que se propone: «demostrar el respeto de Sócrates á los dioses, su justicia con los hombres, la dignidad con que rehusó apelar á humillantes súplicas para conservar la existencia, y la conviccion que tenia de que la muerte era un bien que le concedia la Providencia.»

Valckenær, Schneider y otros críticos dán á esta composicion ménos mérito literario que á otras de Jenofonte. Mas nadie pone en duda que tanto La Apología como Las Memorias tienen un valor histórico aun superior al de los escritos de Platon sobre el mismo asunto: pues relata con tan ingénua sencilléz, con tan noble complacencia, con tales detalles los hechos del Filósofo, que por sus escritos se conocerá eternamente la vida real de Sócrates con todos los caractéres que ostentó en su tránsito por esta Tierra. El divino Platon leia en cierta ocasion un pasaje del Fedro á su maestro, y le arrancó esta esclamacion: ¡Qué cosas me hace decir ese jóven en las que nunca he pensado! En efecto, aquellas cosas eran superiores á sus habituales meditaciones, aunque no contrarias á sus doctrinas. En suma: Las Apologías ó Defensas de Sócrates y Platon, con las Memorias del primero y las varias Pláticas del segundo, que se ocupan del Proceso y de la muerte de Sócrates, son documentos que se completan entre sí, y escritos que perpétuamente conmoverán á los corazones generosos, en los cuales arda la llama pura del entusiasmo; á los espíritus capaces de admirar á aquellos varones fuertes que han sellado heróicamente sus convicciones con su sangre.

Sin embargo, aunque Jenofonte no poseia el arrebatado entusiasmo ni la pasion ardiente, sin las cuales es imposible la elevacion oratoria, aunque no tenia mas imaginacion