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de la provincia de Buenos Aires, encargado de las Relaciones Exteriores de la confederación, brigadier don Juan Manuel Rosas, marido de su difunta esposa la señora heroína doña Encarnación Ezcurra de Rosas, que en paz descanse, padre de la señorita federal doña Menuelita de Rosas y Ezcurra, hermano del señor ilustre federal don Prudencio, don Gervasio, don...

—Acabe usted, con todos los diablos, ¿cómo se llama, le he preguntado?

—Y también soy capaz de hacerme ahorcar en servicio de usted y de su amable familia; ¿tiene usted familia, mi estimable señor?

11 —Yo le voy a dar familia: á vez...

A ver qué?—preguntó don Cándido, yerto y ya sin fuerza para sostenerse sobre sus piernas.

A ver, bata usted las manos.

Que bata las manos, mi querido señor!!

—Pronto, porque si no lo mato.

Nuestro don Cándido no esperó oir por segunda vez esta amenaza, y se puso & batir las manos, sin saber lo que aquella pantomima significaba.

Luego que el desconocido comprendió que no tenía armas en las manos, se lanzó sobre él; y poniéndole al pecho la punta del cuchillo:

—Confiéseme usted—le dijo,—por cuál de ellas viene, ó lo clavo contra la pared.

—¿Yo?

—Sí, usted.

Por cuál de ellas?

—$i; viene usted por Andrea?

& Por misia Andreita ?... ¡ Señor!...

—Acabe usted, į viene por Gertrudis?

—Pero, señor, si yo no conozco á misia Gertru-