Página:Amalia - Tomo I (1909).pdf/242

Esta página no ha sido corregida
— 238 —

bición de parecer bien á los demás... pero, y como arrepintiéndose al momento de lo que acababa de pronunciar, prosiguió.

No hablemos de estas tonterías, Luisa. Sabes una cosa?

—¿Qué, señora?

—Que estoy enojada contigo—respondió Amalia mirando los jilgueros.

—Será la primera vez replicó Luisa entre cierta y dudosa de las palabras de su señora, que jamás la había reconvenido.

— Le primera vez? es verdad, pero es porque ésta es la primera vez que mis pájaros no tienen agua.

— Ah—exclamó Luisa, dándose una palmadita en la frente.

—Y bien, ¿confiesas que tengo razón?

—No, señora.

—Pues no ves?

—No, soñora, no tiene usted razón.

—Pero; y la cope con el agua?

—No está en la jaula.

—Luego...

—Luego qué, señora?

Luego tú tienes la culpa.

—No, señora; la tiene el señor don Eduardo.

— Belgrano? estás loca, Luisa.

—No, señora, estoy en mi juicio.

—Explícate entonces.

—Es muy fácil. Esta mañana, cuando fuí á saber de la salud del enfermo, llevaba las copitas para limpiarlas, y como ese señor es tan curioso, quiso saber de quién y para qué eran, y luego que le dije la verdad, las tomó, se puso él mismo ú limpiarlas, y ahora recuerdo que, mientras su cria-