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casa del coronel Salomón estaba cbstruida por caballos vestidos de federales, es decir, con sobrepuestos punzóes; testeras de pluma ó de lana color rosa, y baticolas con borlas del mismo color, con lucientes sobrepuestos de plata en las cabezadas del recado y en el pretal y riendas y cabezadas del freno con pasadores de ese mismo metal.

Y a pesar de ser éste un espectáculo muy común en aquel paraje, todo el vecindario de San Nicolás estaba como de fiesta en las azoteas y ventanas.

La sala de la casa de Salomón estaba cuajada por los jinetes & quienes pertenecían aquellos caballos, y todos ellos uniformemente vestidos en lo més ostensible de su traje, es decir, sombrero negro con una cinta punzó de cuatro dedos de ancho, chaqueta azul obscura con su correspondiente divisa de media vara, chaleco colorado, y un enorme puñal á la cintura, cuyo maugo salís, por sobre la chaqueta un poco hacia el costado dêrecho espada de la federación, como le llama Daniel. Y, del mismo modo del traje, las caras de aquellos hombres parecían también uniformadas:

bigote espeso; patilla abierta por debajo de la barba, y fisonomía de esas que sólo se encuentran en los tiempos aciagos de las revoluciones populares, y que la memoria no recuerda haberlas encontrado antes en ninguna parte de la tierra.

Sentados, unos en las sillas de madera y de paja que había desordenadamento colocadas en la sala, otros en el vano de las ventanas, y otros, en fin, sobre la mesa de pino cubierta con una bayeta punzó donde solía echar su firma el señor presidente Salomón, haciendo traer antes un tarrito de pomada que servía de tintero en la heredada pul.