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Y sabe usted, pues, lo que ha de hacer?

—Sí, Excelentísimo señor.

—Ha ocurrido alguna cosa particular esta noche?

—Una señora, doña Catalina Cueto, viuda, y de oficio costurera, ha ido á quejarse de haber dado Gaitán de rebencazos á un hijo de esa señora, que paseaba á caballo por la plaza del Retiro.

Quién es ese hijo?

—Un estudiante de matemáticas.

Y qué motivos le dió á Gaitán?

—Gaitán se acercó á preguntarle por qué no usaba la testera federal en su caballo. El muchacho, de dieciséis ó diecisiete años, le respondió que no la usaba porque su caballo era un buen federal que no necesitaba diviss; y Gaitán, entonces, le dió de rebencazos hasta voltearlo del caballo.

Hoy son peores los unitarios muchachos!lijo Rosas reflexionando un momento.

—Ya se lo he dicho á Vuecelencia muchas veces: la Universidad y las mujeres son incorregibles. No hay forma de que los estudiantes usen la divisa con letrero; me ven venir por una calle, y, casi á mi vista, desatan la cintita que llevan al ojal, y se la guardan en el bolsillo. Tampoco hay medio para que las mujeres usen el motto fuera de la gorra, y, aun sin gorra, la mayor parte de las unitarias, especialmente las jóvenes, se presentan en todas partes sin la divisa federal. Yo, en lugar de Vuecelencia, haría prohibir las gorras en las mujeres.

—Han de obedecer—dijo Rosas, con cierto acento de reticencia, cuya reserva sólo él podía comprender han de obedecer: pero no es tiempo todavía de hacer uso de ese medio que usted echa