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. 123 de servicio, de maestro de ceremonias y de paje de introducción.

M De pis en la puerta que daba á la alcoba, tenía asido con una mano el picaporte, en señal de que allí no se entraba sin su correspondiente beneplácito, y con la otra recibía los sobres ó los billetes que, según su clase, le daban los que á ella se acercaban en solicitud de obtener la preferencia de entrar de los primeros á hablar con la señora doňa María Josefa de Ezcurra. Y jamás audiencia alguna fué compuesta y matizada de tantas jerarquías, de tan varios colores, de tan distintas razas.

Estaban alli, reunidos y mezclados, el negro y el mulato, el indio y el blanco, la clase abyecta y la clase media, el pícaro y el bueno, revueltos también entre pasiones, hábitos, preocupaciones y esperanzas diferentes.

El uno era arrastrado ailí por el temor, el otro por el odio; uno por la relajación, otro por una ecperanza, y otros, en fin, por la desesperación de no encontrar á quién ni adónde recurrir en busca de una noticia, o de una esperanza sobre la suerte de alguien, caído en desgracia de Su Excelencia. Pero el edecán de aquella emperatriz de nuevo género, si no es en nosotros una profanación escandalosa aplicar ese cesáreo nombre á doña María Josefo, tenía fija en la memoria su consigna, y cuando salía de la alcoba la persona & quicn hicicra entrar, elegía otra de las que allí estaban, siguiendo las instrucciones de su ams, sin cuidarse mucho de las súplicas de unos, ni de las reclamaciones de otros, que habían puesto en su mano alguna cosa para conquistar la prioridad en la audiencia; y era de notar que, precisamente, la audiencia no se daba á aquéllos que la solicitaban, sino á los que nada