para la Boca, y he dado orden para que el comisario vaya en mi busca por ese lado.
JUILLA
A la Boca! Y no hace usted más falta en la ciudad?
—Yo creo, señorita, que no hago falta en ninguna parte contestó Victorica con cierta expresión en el rostro, que hubiera parecido una sonrisa y que sin duda quiso serlo, si lo hubieran permitido aquellos músculos duros y rígidos que Do se prestaban á otro movimiento que al de la expresión de las pasiones recias y profundas.
Qué quiere usted decir, señor don Bernardo?preguntóle Manuela algo seria; porque el carácter de aquella joven ya empezaba, naturalmeute. á resentirse un poco de la regia autoridad de su padre, y á disgustarse al notar sintomas de desagrado en sus servidores.
—Quiero decir—contestó Victorica, y lo mejor es decirlo con franqueza, que antes recibía las órdenes directamente del señor Gobernador; y desde hace tiempo las estoy recibiendo de otros, á nombre de Su Excelencia.
—Y cree usted que alguien se atrevería á tomar el nombre de mi padre?
—Lo que creo, señorita, es que no puede ir á Santos Lugares y volver, en media hora.
—Y bien?
Y esta tarde, por ejemplo, recibí, á nombre de Su Excelencia, la orden de vigilar esta noche la costa hasta San Isidro; y un cuarto de hora ó media hora después, recibí contraorden, & nombre también del Restaurador, de hacer la ronda por la Boca.
—¡Ah!