y una mala mirada, una pasajera reconvención de los dueños de casa ó de sus hijos, era lo suficiente para emplear esa arma. La policía, doña Maria Josefa, cualquier juez de paz, comisario d corifeo de la Mazorca, recibtan una delación, en que figuraban comunicaciones con Lavalle, ó cosas semejantes, que importaban la ruina y el luto de una familia; porque el ser clasificado de unitario en Buenos Aires importaba estar puesto fuera de toda ley y bajo el imperio de todo insulto, de toda desgracia, de todo crimen.
A El odio á las clases honestas y acomodadas de la sociedad era sincero y profundo en esa clase de color; sus propensiones á ejecutar el mal eran á la vez francas é ingenuas; y su adhesión á Rosas leal y robusta.
Desde que el Dictador marchó á Santos Lugares, y con él los batallones de negros que había en la plaza, las negras empezaron también por su cuenta á marchar al campamento, abandonando el servicio de las familias que quedaron entregadas á su propia asistencia.
Pero antes de salir de la ciudad se presentaban á bandadas en la casa de Manuela ó en la de doña María Josefa de Ezcurra, anunciando que iban á pelear también por el Restaurador de las Leyes.
Y en el día que describimos no era pequeño el número de ellas que cuajaba los patios y zaguanes de la casa de Rosas, haciendo estrepitosa algazara al despedirse de Manuela y de cuantos había alk.
Era un día de jubileo en aquella casa, tan célebre en los fastos de la tiranía.
Doña María Josefa se había trasladado á ella desde las once; y á las ocho de la noche todavía estaba allí esperando algún otro chasque de Santos