Esta página no ha sido corregida
92
La flor de brezo
sus amigas? ¡Novia de un criado de su casa!
Miró de nuevo á Manolillo. ¡Qué feo estaba!
Embutido en una gruesa chaqueta de paño, con el pañuelo encarnado sujeto al cuello por una sortija de metal y los grandisimos zapatones de becerio que le impedían moverse; se admiraba de haber encontrado bell za en el muchacho.
La vuelta fué triste; Mercedes parecía distraída y sus ojos no miraron á Manolillo ni una sola vez.
Conocía que había ido demasiado lejos en sus relaciones, y aquel mismo día, de un modo rápido, inesperado, dispuso su regreso á la corte.
Ha pasado un año; nos encontramos en el elegante gabinete de la