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Puñaladas morales

—No, los años no; tú, tú fuistes su verdugo; tú, que sembrastes de ilusiones su corazón, riéndote de la vieja, que tenía ilusiones de niña, para clavar después un puñal, como los asesinos que hieren en la sombra.

Hay crímenes que el Código no castiga, porque nada ha podido hacerse contra esas misteriosas puñaladas que matan una existencia, que destrozan un alma, que llevan un cerebro á la locura. Ve, muéstrate satisfecho; cuéntale á las mil mujeres que te prodigan sus sonrisas el amor extraño y ridiculo de la vieja; oye los elogios de los amigos, que te califican de cumplido caballero; pero procura no escuchar la voz de tu conciencia, que en lenguaje bien claro, te grita: ¡Asesino!