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¡Sacrificio!

sual, incapaz de ternura ni delicadeza, trató á Rosa como la hembra destinada á servir de instrumento á sus placeres brutales, y ella recogió dentro de sí todas las ilusiones quecomo encantadas mariposas, la habrían acariciado deslumbrándola con el polvo de oro que se desprendía de sus alas, y que con raudos giros huían ahora de ella; su alma, al contacto de la horrible realidad, se replegó en sí misma como esa flor tropical que conocemos con el nombre de sensitiva se repliega y cierra sus hojas al contacto de un cuerpo extraño.

Rosa ocultó dentro de su pecho los insaciables deseos de una dicha soñada, que punzaba su alma, dejándola sin mieles ni perfumes como deja la abeja la flor donde se posa para libar el néctar cuando después