Al Sud-este de la península, en el golfo Pérsico, estaba situada Grerrha. Esta ciudad, colocada frente á frente de los establecimientos fenicios de Arados y de Tylos formaba un depósito considerable para las mercancías indias. Aunque en general pueda decirse que todo el interior de la Arabia es un desierto arenoso y sin árboles, hállase sin embargo en el Oman, entre los paises de Jailan y de Batua, toda una série de oásis bien cultivados y regados por canales subterráneos. Merced á la actividad del muy distinguido viajero Wellsted (1/3), conocemos tambien al presente tres cadenas de montañas cuyo vértice mas alto, el Dschebel Akbhdar, situado cerca de Maslat y cubierto de espesos bosques, se eleva á seis ó siete mil piés sobre el nivel del mar. Hállanse ¡igualmente en la comarca montañosa del Yemen, al Este de Lohela, y en la cadena que limita la costa del Hedschaz en el país de Asyr, como tambien cerca de Tayef, al Este de la Meca, mesetas cuya fria é invariable temperatura era ya conocida del geógrafo Edrisi (79).
La variedad de aspectos que ofrecen las regiones mon— tañosas caracterizan tambien la península de Sinaí, llamada por los Egipcios del 4atlyuo [imperio el país del cobre, y ¿los valles pedregosos de Petra. Ya he mencionado las estaciones de comercio establecidas por los Fenicios á la estremidad septentrional del mar Rojo, y la travesía hecha desde Azion Gaber á Ophir por los buques de Hiram y de Salomon (30). La Arabia y la isla de Sokotora (Dioscórides), habitada por colonos indios, servian de estaciones al comercio general, que desde allí se dirigia á las Indias y á las costas orientales del Africa. Tambien los productos de lá India y del Africa oriental se confundian habitualmente con las del Hadhramaut y del Yemen; «vendrán de Saba, dijo Isaias hablando de los dromedarios de Midian, y nos traerán oro é incienso (81).» Petra era el depósito de las mercancías preciosas destinadas á Tiro y á Sidón, y el asiento principal
