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biga vivia el pueblo del Hedschaz, raza noble y robusta, 19norante pero no grosera, dotada de una viva imaginacion, y sin embargo, entregada á la atenta observacion de todos los fenómenos de la Naturaleza, bien que se realizen en la superficie de la tierra ó bajo la bóveda eternamente serena del cielo. Estas poblaciones despues de haber permanecido muchos miles de años casi sin relacion con el resto del mundo, y de haber llevado en su mayor parte una vida nómada, salieron bruscamente de su oscuridad, dulerficaron sus costumbres por medio de un comercio intelectual con los pueblos que ocupaban los centros primitivos de la civilizaclon, convirtieron y dominaron á todas las naciones comprendidas entre las columnas de Hércules y la parte de la India por donde atraviesa el Indo-Kho al monte Bolor. Ya á mediados del siglo IX, mantenian á la vez relaciones comerciales con el Norte de la Europa, la isla de Madagascar, las costas orientales del Africa, la India y la China. Así estendieron su lengua, sus monedas y las cifras indias, y formaron una aglomeración de Estados poderosos, de un seguro porvenir y unida por la comunidad de las creencias religiosas. En sus correrías aventureras se contentaban de ordinario con atravesar rápidamente tal cual provincia. Amenazados por los indígenas, acampaban sus enjambres vagabundos, segun dice su poesía nacional, «como nublados que el viento disipa prontamente.» la ningun tiempo han ofrecido un espectáculo mas animado los gran— des movimientos de los pueblos; y esta opresion de los espíritus que parece ser una consecuencia necesaria del islamismo, se hacia sentir de una manera menos enfadosa hajo la dominacion de los Arabes que bajo la de las razas turcas. Aquí como en todas partes, y aun entre los pueblos cristianos, las persecuciones provinieron mas bien del esceso del despotismo, estraviándose en disputas dogmáticas, que del dogma mismo y de los sentimientos religiosos

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