Naturología
de Rafael Barrett


Kunhe, en uno de sus libros, presenta un argumento notable. "Pasead por el campo, viene a decir; el fruto que brilla entre las hojas os tienta; alargáis la mano y lo saboreáis con fruición. En cambio, a la vista de una vaca que pace, maldita la gana que os entra de pegarla un mordisco, el hombre es frugívoro". Un escéptico replicaría: "pero saboread con fruición un beefsteak a punto". Aquí el naturista se encrespa. "Un beefsteak es artificial es el resultado de un crimen, el asesinato de la vaca, y de una química viciosa, el guiso; la manzana es natural; no hacéis sufrir al nutriros de ella; no matáis, puesto que podéis dejar la semilla". Añadamos nosotros que la semilla suele ser respetada por la misma digestión... La Naturaleza es buena, es hospitalaria, es amante. La civilización ha introducido el mal. Rechazad la ciencia bajamente materialista, vivisectora, vendida a tanto la ampolla de suero. Volved al aire puro, al agua de los manantiales, al sol y a la fecunda tierra. Ellos os proporcionarán la salud del cuerpo y la del espíritu.

Viejo canto de Rousseau, siempre nos conmueves... Sin embargo, entendámonos. ¿Qué llamáis Naturaleza? ¿Cómo serían naturales unas cosas y otras no? ¿Acaso no es natural todo lo que existe, sólo por el hecho de existir? Si llamáis natural a lo simple, espontáneo, primitivo, a uno no sé qué de paradisíaco desaparecido de nosotros, notemos que cocer un alimento es simplificarlo. ¿Dónde está la perniciosa complicación? ¿En el empleo del fuego? Pues lo curioso es que nada como el descubrimiento del fuego dio tan prodigioso impulso a la asociación humana. Recordad que no hay altruismo que no procede de la asociación, y comprenderéis de qué modo los sentimientos de tolerancia, de solidaridad, de bondad van unidos a lo complejo, a lo moderno, a lo reflexivo. Lo viejo y lo ingenuo es por lo común lo bárbaro. Retroceded en nuestra historia y en la de los animales, id al encuentro de esa fuente de pretendida virtud, y hallaréis frecuentemente la lucha salvaje como único sistema de vida. Los hombres que respiraban el aire de las selvas y bebían en el hueco de las rocas declararon quizá sagradas a ciertas bestias, pero ellos se devoraban entre sí. Asomáis al microscopio, contemplad los primeros ensayos de la sustancia orgánica, ved la voracidad con que los metazoanos grandes absorben a los chicos. Es arbitrario cortar en dos la evolución de los seres, y decir que un trozo es natural y el otro no. Y la enfermedad es tan natural como la salud. Apenas se estudia con cuidado una especie zoológica o botánica, se la observa invadida por numerosas enfermedades distintas de las nuestras. Ningún fenómeno más extendido en la Naturaleza que el parasitismo, muchas veces patológico... Pero nuestro naturista se sonríe. Tiene la fe; contra la fe no se razona. El estado natural es análogo al estado de gracia de los católicos. Bástenos eso.

¿Enfermedades? No hay sino "una" enfermedad, que se cura de "una" manera. Nadamos en plena metafísica. Por lo demás, a los naturólogos les urge "regenerar la metafísica". Para ellos la experimentación es un procedimiento sensual, un poco vil. Pasteur era un farsante. Aceptan los microbios -lo que me extraña-, pero los consideran efecto de la enfermedad y pretexto para que los "farsantes" satisfagan sus instintos feroces en la vivisección y su sed de lucro en el tráfico de vacunas-venenos. Si queréis llevar a un naturista al laboratorio para demostrarle el mecanismo de la infección y de la inmunidad, se negará horrorizado. Habría que operar sobre animales vivos, y un experimento cruel no puede revelar una verdad; lo inmoral no puede conducir a lo verdadero. ¿Sois malos? Pues seréis ignorantes. No es el culpable análisis el que conduce a la certidumbre, sino la síntesis, la intuición

¿Qué intuición? Los naturistas tienen su verbo, revelado por las tradiciones del Oriente. Casi todos son teósofos. El naturismo es una terapéutica religiosa y en eso reside su eficacia. El naturismo cura. Lo ha probado bien un médico de la secta de los farsantes — o "magos negros" en lenguaje teosófico— , M. Sandoy, en su tesis sobre los sanatorios naturistas. El naturólogo maneja otras fuerzas que el clínico universitario, pero no menos reales. También renueva Lourdes los milagros de los antiguos taumaturgos, y son famosas en el mundo entero las victorias de la mind-cure de los Estados Unidos. Confieso que prefiero el naturismo, tan plácido y tan luminoso, incorporado a una vasta filosofía y penetrado de la más elevada moral. Y encierra otros méritos: frente a las doctrinas en curso, es un ejemplo de irreverencia, y la irreverencia es el más poderoso motor del progreso científico. El profesor Carbonell está en lo justo. Debe haber libertad completa en el ejercicio de la naturología. Es muy torpe no abrir paso a todas las manifestaciones de la inteligencia y a todos los empujes del entusiasmo.


Publicado en "La Razón", Montevideo, 23 de diciembre de 1909.