Los Keneddy: Los Kennedy

La gesta radical de La Paz, Entre Ríos


En este libro refiero la verdad, tal como la oí de labios de los austeros protagonistas.
Los admirables episodios de la epopeya ocurrieron como los describo y me limité a transcribir los diálogos. Fuera de la profunda admiración que siento por los Señores Kennedy y por su patria, no he puesto en este libro nada mío.
Son glorias argentinas. Tuve el honor de contarlas. Lo hice a todo entusiasmo en homenaje al gran pueblo de Alberdi, por el bien que le debo y por el respeto cariñoso que me inspiró.
Lamento que las circunstancias, de todos conocidas, nos hayan impedido entregar a la admiración de los argentinos, los nombres y los altos hechos de todos los revolucionarios de “La Paz”. Esa misma razón es la que me obliga a silenciar los nombres de las personas que tendieron a los hermanos Kennedy en peligro, su mano amiga, símbolo de la hidalguía, de generosa amistad y de sacrificio. Yamandú Rodríguez.


Yamandú Rodríguez

Diciembre de 1934.


Un día Bernaldo de Quirós ve surgir del Paraná a Mario Kennedy y estudia a lápiz, la gracia firme de ese modelo.
Llevan el corazón cómodo en la campana del pecho bronceado a sol. Sus tórax los bate el pampero, cuando le atropellan en sus caballos de “confianza”. Esas piernas de acero, se modelan ahogando baguales. Hacen a “bola” y “sobeo” sus bíceps. Levantan la “armada” de sol a sol para “guampiar” en fija, siempre. Incansables, “lujosos”, gauchos. Trabajan como peones. Se lucen. Se hacen. Día tras día llegan al límite de sus fuerzas y cuando le alcanzan y van a caer, piensan en el duro abuelo Cárdenas y dan un paso más. Por eso, a boca de noche los Kennedy se gastan todavía: “Piden puerta”. El corral les entrega novillos encrespados, con humo en los cuadriles. Dispara el vacuno. Un Kennedy revolea, tira. La “armada” se cierra silbando en las pezuñas. El animal cae de rodillas, pide perdón, hace ovillo y chicotea con el lomo...
- Valió trago!
Se recalientan los lazos. Llega la noche. Y los Kennedy se gastan aún.
¿Qué les mueve a prueba tan porfiada?
¿Porqué luchan así contra todo hasta domarlo?
Para adquirir nombradía de camperos. Esos creen ellos y cuantos admiran su criollismo. Hoy sabemos que obedecían al genio de las ciudades y los campos. Que esos tres varones fueron elegidos. Iban a caminar en la tormenta.
- Háganse fuertes como de bronce, - les dijo – ustedes un día, salvarán el honor de la democracia.
Y cuando llegó la hora, los tres hermanos pusieron ese honor en la custodia de sus corazones y lo llevaron a través del fuego y el agua y la muerte; “a pesar de los Dioses”. Para eso tenían de hierro las piernas y el brazo y el alma. Con él cruzaron los ríos, en alto el mensaje. A pulso los sostuvieron durante muchas noches hasta llegar a la orilla y aún más allá!...