Las mil y una noches:54

Las mil y una noches
de Anónimo
Capítulo 54: Pero cuando llegó la 31ª noche



PERO CUANDO LLEGO LA 31ª NOCHE


Ella dijo:

He llegado a saber, ¡oh rey afortunado! que el barbero prosiguió su relato en esta forma:

"Mi hermano Haddar, con su zib erguido, empezó a perseguir a la joven, que, ligera, huía de él y se reía. Y las otras jóvenes y la vieja, al ver correr a aquel hombre con su rostro pintarrajeado, sin barbas, ni bigotes, ni cejas, y erguido su zib hasta no poder más, se morían de risa y palmoteaban y golpeaban el suelo con los pies.

Y la joven, después de dar dos vueltas a la sala, se metió por un pasillo muy largo, y luego cruzó dos habitaciones, una tras otra, siempre perseguida por mi hermano, completamente loco. Y ella, sin dejar de correr, reía con toda su alma, moviendo las caderas.

Pero de pronto desapareció en un recodo, y mi hermano fué a abrir una puerta por la cual creía que había salido la joven, y se encontró en medio de una calle. Y esta calle era la calle en que vivían los curtidores de Bagdad. Y todos los curtidores vieron a El-Haddar afeitado de barbas, sin bigotes, las cejas rapadas y pintado el rostro como una ramera. Y escandalizados, se pusieron a darle correazos, hasta que perdió el conocimiento. Y después le montaron en un burro, poniéndole al revés, de cara al rabo, y le hicieron dar la vuelta a todos los zocos, hasta que lo llevaron al walí, que les preguntó: "¿Quién es ese hombre?"

Y ellos contestaron: "Es un desconocido que salió súbitamente de casa del gran visir. Y lo hemos hallado en este estado". Entonces el walí mandó que le diesen cien latigazos en la planta de los pies, y lo desterró de la ciudad. Y yo ¡oh Emir de los Creyentes!, corrí en busca de mi hermano, me lo traje secretamente, y le di hospedaje. Y ahora lo sostengo a mi costa. Comprenderás, que si yo no fuera un hombre lleno de entereza y de cualidades, no habría podido soportar a semejante necio.

Pero en lo que se refiere a mi tercer hermano, ya es otra cosa, como vas a ver.