​Las dos ranas​ de Félix María Samaniego


Tenían dos Ranas
Sus pastos vecinos, 
Una en un estanque, 
Otra en el camino. 
Cierto día a ésta 
Aquélla la dijo:
«¡Es creíble, amiga, 
De tu mucho juicio, 
Que vivas contenta 
Entre los peligros, 
Donde te amenazan, 
Al paso preciso, 
Los pies y las ruedas 
Riesgos infinitos!
Deja tal vivienda; 
Muda de destino; 
Sigue mi dictamen 
Y vente conmigo.» 
En tono de mofa, 
Haciendo mil mimos, 
Respondió a su amiga: 
«¡Excelente aviso!
¡A mí novedades! 
Vaya, ¡qué delirio! 
Eso sí que fuera 
Darme el diablo ruido. 
¡Yo dejar la casa
Que fue domicilio 
De padres, abuelos 
Y todos los míos, 
Sin que haya memoria 
De haber sucedido 
La menor desgracia 
Desde luengos siglos!» 
«Allá te compongas; 
Mas ten entendido 
Que tal vez sucede
Lo que no se ha visto.» 
Llegó una carreta
A este tiempo mismo, 
Y a la triste Rana 
Tortilla la hizo.



Por hombres de seso 
Muchos hay tenidos, 
Que a nuevas razones 
Cierran los oídos. 
Recibir consejos
Es un desvarío;
La rancia costumbre 
Suele ser su libro.