Imágenes del pecado

Poesías (1913) de Evaristo Carriego
Imágenes del pecado
IMÁGENES DEL PECADO


Enfermizas plenitudes
de emociones amatorias,
modernismo de lo Raro,
de embriagueces ilusorias,
que disfrazan las crudezas de sus credos materiales,
como fórmulas severas
de blasones impolutos,
que, discretos, disimulan
los salvajes atributos,
las paganas desnudeces de las fuerzas germinales.

Rosa-estigma que en los labios
han dejado los orfebres
de la Ardencia. Bestias malas
de lascivias y de fiebres,
que no doman los actuales filosóficos Orfeos,
acechando por las noches
los oficios sigilosos...

por las noches consteladas
de los besos milagrosos
que deshacen en las bocas el rubí de los deseos...
 
Predilecta medianoche
vagamente ensoñativa,
que ha exhumado un bello libro
de lectura sugestiva,
de encubiertas entrelíneas de extravíos irreäles...
¡Oh, curiosa, febriciente
cabecita conturbada,
que en los tibios abandonos
delatados en la almohada
se fecunda de las sabias poluciones cerebrales!

¡Oh, cuán negros los hastíos
de las púberes sensuales:
¡Oh, cuán largas las esperas
de los pálidos nupciales,
en los ratos aburridos de cloróticas visiones...
cuando creen que las abejas
evocadas vendrán, fieles,
a traerles, compasivas,
con sus vinos y sus mieles,
as cantáridas nocturnas de las fuertes obsesiones...

Voz fatal que en los gentiles
Evangelios de Afrodita,

al cenáculo vedado
de su roja mesa invita.
¡Oh, furtivas comuniones en los cultos que revelan
el peligro imaginable
de las hostias consagradas
donde, lívidas, se ocultan
las cabezas desmayadas
de los duendes cautelosos que en la extraña misa velan...

Neurasténica enclaustrada
cuyos lirios de pureza
ha violado sin esfuerzo
la triunfal Naturaleza:
Esa siempre parturienta, santamente dolorida.
— Fué la hora en que cayeron
deshojados los claveles,
que, al sangrar las castidades
en los tálamos crüeles,
los augurios se regaron con los filtros de la Vida.—

Virgen mística de celda,
brasa blonda de incensario,
fiel ritual de oscurantismo,
fría imagen de santuario,
por la fe de su Locura tonsurada contra el Vicio,
que ha sentido en los insomnios
conmover su paz austera
un satánico deseo

de su sangre de soltera,
de su palma que claudica del inútil sacrificio.

Delicada sensitiva
de los cálidos antojos,
que se burla de la ausencia
de la luz de los sonrojos...
Que exaltando sus caprichos — ¡los diabólicos, los
al Cantar de los Cantares,  [tiernos!...
siempre nuevo en sus caricias,
sabe ungir de la gloriosa
caridad de sus delicias
a las vértebras que sufren el horror de los inviernos.

Favorita del Nirvana,
de los vinos superfinos,
espasmódica del etér,
que ilustró los pergaminos
de la nueva aristocracia del hatchis y la morfina:
Ofertorio inconfesable
de exquisita delincuencia,
generosa, sorprendente
bien gustada quintaesencia
de ilusión por el pecado de la copa clandestina...

Pubertad de conventillo
que, en su génesis, halaga
la teoría lamentable

del harapo y de la llaga,
silenciando la inconsciente repulsión a lo maldito..
Alentadas bizarrías
de muchacha sensiblera,
que presume ingénuamente
de Manon arrabalera,
suavemente flagelada por las sedas del Delito.

Cortesana de suburbio,
que se sabe mustia y vieja
y olvidar quiere los hondos
desconsuelos de su queja,
palpitante, en su derrota, por la última aventura,
que, al cruzar los barrios bajos
en la tarde de la cita,
va creyendo ser la triste,
la incurable Margarita
que abandona con la muerte su romántica locura.

Torturada visión breve
del amor de una heroína
del prostíbulo y la cárcel:
Roja flor de guillotina,
que ha soñado con un novio que la finge una azucena:
Con un blondo Nazareno
que la mueve a inevitable
santa senda arrepentida,

— de intuición insospechable —
a seguir su religiosa vocación de Magdalena.

Bella trágica historiada,
Salomé del histerismo,
portadora de extrañezas
del país del exotismo,
iniciada en el secreto de las cláusulas suicidas,
que, en sus largas devociones
por las fiestas misteriosas,
por las torpes confidencias
y las pautas tenebrosas,
comulgó con los maestros de las músicas prohibidas.

¡Oh, las pascuas de las carnes
bondadosas, que florecen
por aquellas que concluyen...
por aquellas que envejecen.
¡Oh, los siete ángeles malos ¡Oh, los ángeles pro-
al exvoto de las manos [picios
sabiamente extenuativas,
que degüellan las palomas
de las blancas rogativas,
en las vísperas sangrientas de los negros sacrificios