LA MARIPOSA.
Insectillo
singular,
¿quién te puso
donde estás?

LA EFÍMERA.
Ha corrido 
la mitad
de mi vida
natural,
y he morado
siempre en paz 
esta mata
de arrayán.

LA MARIPOSA.
Yo el cercano
manantial
acostumbro 
visitar,
y te juro 
que jamás
vi tu rastro
ni tu faz. 
Tú no estabas,
en verdad,
ha tres horas
por acá.

LA EFÍMERA.
Bien lo puedes 
afirmar:
yo no tengo
tanta edad.

LA MARIPOSA.
¿Cuánta vida
Dios os da, 
por el orden
regular?

LA EFÍMERA.
Muchas horas:
seis quizá.

LA MARIPOSA.
¡Espantosa 
brevedad!

LA EFÍMERA.
¿Hay especie
de animal
cuya vida
dure más? 

LA MARIPOSA.
Infinitos
de los que hay,
miles de horas
ven pasar.

LA EFÍMERA.
¡Oh, qué inmensa 
cantidad!
¿Luego nunca
morirán?

LA MARIPOSA.
Todos tienen
que acabar: 
ley es esta
general.

LA EFÍMERA.
Si su vida
cesará,
no la debo 
codiciar.
Larga o corta,
se hace igual
en el punto
de expirar.