En la muerte de mi hermana

En la muerte de mi hermana
de José Joaquín de Olmedo

 ¿Y eres tú Dios? ¿A quién podré quejarme?
 inebriado en tu gloria y poderío.
 ¡ver el dolor que me devora impío
 y la mirada de piedad negarme!
 

 Manda alzar otra vez por consolarme
 la grave losa del sepulcro frío,
 y restituye, oh Dios, al seno mío
 la hermana que has querido arrebatarme.
 

 Yo no te la pedí. ¡Qué! ¿es por ventura
 crear para destruir, placer divino,
 o es de tanta virtud indigno el suelo?
 

 ¿o ya del todo absorto en tu luz pura
 te es menos grato el incesante trino?
 Dime, ¿faltaba este ángel a tu cielo?