Escena V editar

El MARQUÉS; MÁXIMO, que recorre la escena muy agitado con inquietud impaciente y recelosa.


MARQUÉS.- ¿Qué dices a esto?


MÁXIMO.- Que ese hombre, de superior talento para fascinar a los débiles y burlar a los fuertes, nos volverá locos. Yo no soy para esto. En luchas de tal índole, voluntades contra voluntades, yo me siento arrastrado a la violencia.


MARQUÉS.- ¿Qué harías, pues?


MÁXIMO.- Llevármela de grado o por fuerza. Si no tengo poder bastante, buscarlo, adquirirlo, comprarlo; traer amigos, cómplices, un escuadrón, un ejército... (Con creciente calor y brío.) Renacen en mí los tiempos románticos y las ferocidades del feudalismo.


MARQUÉS.- ¿Y eso piensa y dice un hombre de ciencia?


MÁXIMO.- Los extremos se tocan. (Exaltándose más.) A ese hombre, a ese monstruo... hay que matarlo.


MARQUÉS.- No tanto, hijo. Imitémosle, seamos como él astutos, insidiosos, perseverantes.


MÁXIMO.- (Con brío y elocuencia.) Seamos como yo, sinceros, claros, valientes. Vayamos a cara descubierta contra el enemigo. Destruyámosle si podemos, o dejémonos destruir por él... pero, de una vez, en una sola acción, en una sola embestida, en un solo golpe... O él o nosotros.


MARQUÉS.- No, amigo mío. Tenemos que ir con pulso. Es forzoso que respetemos el orden social en que vivimos.


MÁXIMO.- Y este orden social en que vivimos los envolverá en una red de mentiras y de argucias, y en esa red pereceremos ahogados, sin defensa alguna... manos y cuello cogidos en las mallas de mil y mil leyes caprichosas, de mil y mil voluntades falaces, aleves, corrompidas.


MARQUÉS.- Cálmate. Preparemos el ánimo para lo que esta tarde nos espera. Preveamos los obstáculos para pensar con tiempo en la manera de vencerlos... ¿Qué sucederá cuando le digamos a Electra que tú y ella no nacisteis de la misma madre?


MÁXIMO.- ¿Qué ha de suceder? Que no nos creerá... que en su mente se ha petrificado el error y será imposible destruirlo. ¿Sabe usted lo que puede la sugestión continua, lo que puede el ambiente de esta casa sobre las ideas de los que en ella habitan?


MARQUÉS.- Emplearemos, pues, medios eficaces...


MÁXIMO.- (Con mayor violencia.) Eficacísimos, sí: pegar fuego a esta casa, pegar fuego a Madrid...


MARQUÉS.- No disparates... En el caso de que la niña no quiera salir, nos la llevaremos a la fuerza.


MÁXIMO.- (Muy vivamente hasta el fin.) O la fuerza vencedora, o la desesperación vencida... Moriré yo, morirá ella, moriremos todos.


MARQUÉS.- Morir no: vivamos muy despiertos. Preparémonos para lo peor. Ya tengo las llaves para entrar por la calle nueva. La Hermana Dorotea nos pertenece... Chitón.


MÁXIMO.- ¡A la violencia!


MARQUÉS.- ¡Astucia, caciquismo!


MÁXIMO.- ¡Por el camino derecho!


MARQUÉS.- ¡Por el camino sesgado! (Cogiéndole del brazo.) Y vámonos, que nuestra presencia aquí puede infundir sospechas. (Llevándosele.)


MÁXIMO.- Vámonos, sí.


MARQUÉS.- Confía en mí.


MÁXIMO.- Confío en Dios.