EL VASO ROTO
(Sully-Prudhomme)

A Rodolfo A. Muñoz.


Al vaso en que agoniza esta verbena,
Un golpe de abanico estremeció;
Debió el golpe sútil rozarlo apena
Pues que ruido ninguno se escuchó.

Mas la leve, invisible rasgadura,
De una marcha contínua, siempre igual,
Con su fina, constante mordedura
Lentamente rodeando fué el cristal.

El agua destiló, gota por gota,
El jugo de la flor se extingue ya,
Pero la oculta herida nadie nota:
El vaso no toqueis -¡que roto está!

Así la mano que nos es querida,
Nos hiere, sin saberlo, el corazón,
Se agranda en él la misteriosa vida
y sucumbe la flor de su pasión.

Intacto queda ante la faz del mundo,
Sintiendo allí en el fondo -que no veis-
Dilatarse y gemir su mal profundo.
El vaso roto está... ¡no lo toqueis!


Leopoldo Díaz.