El mar
de Rafael María Baralt


 Te admiro, ¡oh mar!, si la movible arena
 besas rendida al pie de tu muralla,
 o si bramas furioso cuando estalla
 la ronca tempestad que al mundo atruena.
 

 ¡Cuán majestuosa y grande si serena!
 ¡Cuán terrible si agitas en batalla,
 pugnando por romper la eterna valla,
 con cólera de esclavo tu cadena!
 

 Tienes, mar, como el cielo, tempestades;
 de mundos escogidos, prodigiosa
 suma infinita que tu mole oprime.
 

 Y son tu abismo y vastas soledades,
 como imagen de Dios, la más grandiosa;
 como hechura de Dios, la más sublime.