El drama del alma: 09

El drama del alma
de José Zorrilla
Segunda parte. Libro cuarto. Fé y Pátria.
Septiembre XIV-XIX


XIV.

(septiembre.)


Esta es Valladolid… ¡al fin la veo!
¡Con qué placer… como la luz primera
Cuando en ella nací. ¡Dios mío! creo
Que vuelvo hoy a nacer. Espera, espera
Cariñosa amistad! solo un paseo
Por la plaza, una vuelta por la acera—
Déjame este aire respirar: deseo
Beber las dulces aguas de esta fuente
De mis recuerdos, y bañar mi alma
En el remanso tibio y transparente
Que hace, con ellas resbalando en calma,
Del tranquilo Pisuerga la corriente.
Déjame… quiero hablar con estas piedras,
Y abrazar estos árboles, y ansioso
Besar estas paredes de que yedras
Son mis dulces memorias, y reposo
Tomar en estos bancos en que un día
Mal estudiante a divagar venía.

XV.

¡Con cuán profunda gratitud recibo
El premio de volver al patrio suelo
Después de tantas desventuras vivo!
¡Con qué dulce placer halla mi anhelo,
Al cruzar la ciudad que me dio cuna,
Los lugares queridos, los rincones
Que conservan aún por mi fortuna
Su antigua faz: conozco los portones
Que para mí se abrían; los umbrales
De las casas amigas: los balcones
Donde amistad o amor me han esperado
Enviándome a través de los cristales
Sonrisas y esperanzas… ¡Sombras bellas
Que un día ante mis ojos han pasado
Dejando sólo en mi memoria huellas!

Estos son los palacios ya rajados
Que aún blasonan heráldicos escudos
Con regia profusión lambrequinados;
Jeroglíficos hoy aún no borrados
Mas para el pueblo de hoy rótulos mudos.
. . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . .
Aquellas son las torres bizantinas
Del buen Don Per-Anzules… en mi oído,
No olvidado jamás, vibrando ha ido
El son de sus campanas argentinas.

XVI.

¡Que esta es Valladolid!—Fábricas nuevas,
Banco, teatros, fuentes, adoquines,
Canal, ferro-carril…; y mis esguevas?
Y mis prados de ayer?… plazas… jardines—
Pero, oh noble amistad! ¿dónde me llevas?
Yo recuerdo estos curvos callejones:
Conozco esos antiguos caserones…
Esta es la calle de terreno escasa
Donde mis muertos padres han vivido:
Y esa… ¡qué existe aún!… esa es la casa
Donde a mi vida inútil he nacido.

XVII.

¿Sueño? No sé lo que en mi alma pasa—
¡Qué oigo! me tienen el placer sin tasa
En mi patria a mi vuelta prevenido!
La casa en que nací! ¿huésped en ella
Hoy?—A sus puertas bendecirte quiero,
Nueva y santa amistad, que en mis hogares
Me haces hoy encontrar, sobre la huella
De mis recuerdos cándidos de niño,
Sus primitivos genios familiares:
Y una familia nueva, un verdadero
Nuevo paterno hogar donde el cariño
Noble, leal, simpático y sincero
De una afección sin cortesano aliño
Me brinda para el tiempo venidero,
De sensaciones íntimas tesoro,
Con un amor de corazones de oro
Que anuda al mío voluntad de acero.

XVIII.

. . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . .

Luces, ruido ¡esto más? músicas, flores
Y coronas y vítores y ofrendas!
¡Dónde, cuándo gané tales honores!
¡Dónde ha de conservar tan caras prendas
Quien debe de volver a tierra extraña
Solo y triste a morir lejos de España!
Esa gloria me espanta
Y me fascina al par: porque esa gloria
Aquí a mi faz levanta,
De ese templo al mirar la puerta santa,
Contra mí mi conciencia y mi memoria.
Esa iglesia… ¡ay de mí! de ella contemplo
Salir en larga y silenciosa hilera
Todos mis años idos… triste ejemplo
De una existencia inútil, que va entera
A caer en la honda eternidad mañana
Sin costar una lágrima siquiera,
Sin dejar en la tierra un alma hermana
De sus dichas y duelos compañera.
. . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . .

Aquí vine a nacer: en ese templo
Santo me bautizaron… «pues espera,
«Andrajo de oropel de gloria humana,
«Átomo errante de rumor inútil,
«Insaboro raudal, manojo fútil
«De palabras de lengua castellana,
«Espera aquí.—¡Prostérnate, altanera,
«Ruin y vacía vanidad mundana!…
«¡De rodillas, orgullo, de rodillas!
«Haz algo bueno alguna vez, villana
«Vanagloria procaz, y ora sincera.
«¿Qué vales, polvo vil, si no te humillas?
«Prostérnate: yo soy tu fe cristiana:
«Obedece: en mi voz te habla lejana
«La voz del huracán de las Antillas
«Y el eco de las tumbas de la Habana!»

XIX.

Virgen de S. Martin, a cuyas plantas
Casi muerto al nacer recibí un día
Del agua bautismal las gotas santas:
Tú que vida me diste en la agonía,
Tú que mi fe sostienes, y levantas
En alas de mi fe mi poesía,
Luz de mi inspiración, en tus altares
Acepta tú mis últimos cantares.