El chingolo
de Leopoldo Lugones

Cuando el campo está más solo
y la casa, en paz, abierta,
aparece por la puerta,
muy sí señor, el chingolo.


Viene en busca de una miga
o una paja de la escoba,
que, ciertamente, no roba,
porque la gente es su amiga.


Salta, confiado, al umbral
y solicita permiso,
con un gritito conciso,
como pizca de cristal.