El Libro de los Espíritus

FILOSOFÍA ESPIRITUALISTA


EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS editar

Que contiene:

LOS PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA ESPIRITISTA

Sobre la inmortalidad del alma, la naturaleza de los espíritus y sus relaciones con los hombres,las leyes morales, la vida presente, la vida futura y el porvenir de la Humanidad;

SEGÚN LA ENSEÑANZA DADA POR LOS ESPÍRITUS SUPERIORES CON LA AYUDA DE DIFERENTES MÉDIUMS


Recopilada y puesta en orden por

ALLAN KARDEC


INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA DOCTRINA ESPIRITISTA editar

I

Para las cosas nuevas se necesitan nuevas palabras. Así lo requiere la claridad en el lenguaje, con el fin de evitar la confusión inseparable del sentido múltiple dado a los mismos términos. Las palabras espiritual, espiritualista y espiritualismo, tienen una aceptación bien caracterizada, y darles otra nueva para aplicarlas a la doctrina de los espíritus equivaldría a multiplicar las causas de la anfibología, ya numerosas. En efecto, el espiritualismo es el término opuesto al materialismo, y todo el que cree tiene en sí mismo algo más que materia, es espiritualista; pero no se sigue de aquí que crea en la existencia de los espíritus o en sus comunicaciones con el mundo visible. En vez de las palabras ESPIRITUALISTA y ESPIRITUALISMO, empleamos, para designar esta última creencia, la de espiritista y espiritismo, cuya forma recuerda el origen y su significado radical, teniendo por lo mismo la ventaja de ser perfectamente inteligibles, y reservamos la palabra espiritualismo a la acepción que le es propia. Diremos, pues, que la doctrina espiritista o espiritismo tiene como principios las relaciones del mundo material con los espíritus o seres del mundo invisible. Los adeptos del espiritismo serían los espíritas o los espiritistas, si se quiere. El LIBRO DE LOS ESPÍRITUS contiene, como especialidad, la doctrina espiritista, y como generalidad, se asocia a la doctrina espiritualista, ofreciendo una de sus fases. Por esta razón se ve en la cabecera de su título la frase Filosofía espiritualista.

II

Existe otra palabra sobre la cual es igualmente importante que nos entendamos, porque es una de las llaves maestras de toda la doctrina moral y porque es causa de muchas controversias por carecer de una acepción bien deslindada; tal es la palabra alma. La divergencia de opiniones acerca de la naturaleza del alma procede de la aplicación particular que de esta palabra hace cada uno. Un idioma perfecto, en el que cada idea estuviese representada por su palabra peculiar, evitaría muchas discusiones, y con un término para cada cosa, todos nos entenderíamos. Según unos, el alma es el principio de la vida material orgánica, no tiene existencia propia y cesa cuando la vida cesa. Así piensa el materialismo puro. En este sentido, y por comparación, dicen los materialistas que no tiene alma el instrumento que, por estar rajado, no suena. En esta hipótesis, el alma es efecto y no causa. Otros creen que el alma es el principio de la inteligencia, agente universal del que cada ser absorbe una parte. Según éstos, todo el Universo no tiene más que una sola alma que distribuye partículas a los diversos seres inteligentes, durante la vida, volviendo, después a la muerte, cada partícula al origen común donde se confunde con el todo, como los arroyos y los ríos vuelven al mar de donde salieron. Difiere esta opinión de la precedente en que, en la hipótesis que nos ocupa, existe en nosotros algo más que materia y algo subsiste después de la muerte; pero es casi como si nada sobreviviese; porque, desapareciendo la individualidad, no tendríamos conciencia de nosotros mismos. Siguiendo esta opinión, el alma universal sería Dios, y todo ser, parte de la Divinidad. Semejante sistema es una de las variaciones del panteísmo. Según otros, en fin, es un ser moral distinto, independiente de la materia, que conserva su individualidad después de la muerte. Esta acepción es, sin contradicción, la más general, porque, con uno u otro nombre, la idea de este ser que sobrevive al cuerpo se encuentra en estado de creencia instintiva e independiente de toda enseñanza, en todos los pueblos, cualquiera que sea su grado de civilización. Esta doctrina según la cual el alma es causa y no efecto, es la de los espiritualistas. Sin discutir el mérito de estas opiniones, y concretándonos únicamente a la cuestión lingüística, diremos que estas tres aplicaciones de la palabra alma constituyen tres distintas ideas, para cada una de las cuales sería necesario un término especial. La palabr que nos ocupa tiene, pues, una triple acepción, y los partidarios de los citados sistemas tienen razón en las definiciones que dan de ella, teniendo en cuenta el punto de vista en el que se colocan. La culpa de la confusión es del lenguaje, que solo tiene una palabra para tres ideas distintas. Para evitar las ambigüedades, sería preciso emplear la palabra alma para una sola de las tres ideas indicadas, y siendo la cuestión principal que nos entendamos perfectamente, es indiferente la elección, dado que éste es un punto convencional. Creemos que lo más lógico es tomarla en su acepción más vulgar, y por este motivo llamamos alma al ser inmaterial e individual que reside en nosotros y sobrevive al cuerpo. Aunque este ser no existiera, aunque fuese producto de la imaginación, no sería menos necesario un término que lo representara. En defecto de esta palabra especial para cada una de las dos acepciones, llamamos: Principio vital al principio de la vida material y orgánica, cualquiera que sea su origen; principio común a todos los seres vivientes, desde las plantas hasta el hombre. El principio vital es distinto e independiente porque puede existir la vida, aun haciendo abstracción de la facultad de pensar. La palabra vitalidad no respondería a la misma idea. Para unos, el principio vital es una propiedad de la materia, un efecto que se produce desde que la materia se encuentra en ciertas circunstancias determinadas; para otros, y esta es la idea más vulgar, reside en un fluído especial, universalmente esparcido y del cual absorbe y se asimila cada ser una parte durante la vida, como, según vemos, absorben la luz los cuerpos inertes. Sería este el fluído vital que, admitiendo ciertas opiniones, es el mismo fluído eléctrico animalizado, designado también con los nombres de fluído magnético, fluído nervioso, etc. Como quiera que sea, existe un hecho indiscutible, porque resulta de la observación, que los seres orgánicos tienen en sí mismos una fuerza íntima que produce el fenómeno de la vida, mientras existe aquélla; que la vida material es común a todos los seres orgánicos, y que es independiente de la inteligencia y del pensamiento; que éste y aquélla son facultades propias de ciertas especies orgánicas, y, en fin, que entre las especies orgánicas dotadas de inteligencia y pensamiento, existe una que lo está de un sentimiento moral especial que le da una superioridad incuestionable sobre las otras. Esta es la especie humana. Concibese que con una acepción múltiple, el alma no excluye el materialismo, ni el panteísmo. El mismo espiritualista puede perfectamente aceptar el alma en una u otra de las dos primeras acepciones, sin prejuicio del ser inmaterial, al que dará entonces otro nombre cualquiera. Así, pues, la palabra que nos viene ocupando no es representativa de una opinión determinada: es un Proteo que cada cual transforma a su antojo, y de aquí el origen de tantas interminables cuestiones. Evitaríase igualmente la confusión empleando la palabra alma en aquellos tres casos, pero añadiéndole un calificativo que especificase el aspecto en que se la toma, o la acepción que quiere dársele. Sería entonces un vocablo genérico, que representaría simultáneamente el principio de la vida material, el de la inteligencia y el del sentido moral, y que se distinguiría por medio de un atributo, como distinguimos los gases, añadiéndo a la palabra gas los calificativos hidrógeno, oxígeno. Pudiera, pues, decirse, y esto sería lo más acertado, el alma vital por el principio de la vida material, el alma intelectual por el principio inteligente y el alma espiritista por el principio de nuestra individualidad después de la muerte. Conformándonos con aquella clasificación, el alma vital sería común a todos los seres orgánicos: las plantas, los animales y los hombres; el alma intelectual propia de los animales y de los hombres, perteneciendo el alma espiritista al hombre únicamente. Hemos creido deber nuestro insistir tanto más en estas explicaciones, por cuanto la doctrina espiritista está naturalmente basada en la existencia en nosotros mismos de un ser independiente de la materia, que sobrevive al cuerpo. Debiendo repetir frecuentemente la palabra alma en el curso de esta obra, importaba fijar el sentido que le damos para evitar así las equivocaciones. Vamos ahora al principal objeto de esta instrucción preliminar.

III

Como todo lo nuevo, la doctrina espiritista tiene adeptos y detractores. Vamos a procurar contestar algunas objeciones de éstos últimos, sin abrigar, empero, la pretensión de convencerlos a todos, ya que hay agentes que creen que para ellas exclusivamente fue hecha la luz. Nos dirigimos a las personas de buena fe que no tienen ideas preconcebidas o sistemáticas, por lo menos, y que estan deseosas de instruírse, a las cuales demostraremos que la mayor parte de las objeciones que se hacen a la doctrina nacen de la observación incompleta de los hechos y de un fallo dictado con harta ligereza y precipitación. Recordemos ante todo y en pocas palabras la serie progresiva de los fenómenos que originaron esta doctrina. El primer hecho observado fue el de diversos objetos que se movían, fenómeno vulgarmente conocido con el nombre de mesas giratorias o danza de las mesas. Este hecho que, según parece, se observó primeramente en América, o que, mejor dicho, se renovó en aquella comarca, puesto que la historia prueba que se remonta a la antigüedad más remota, se produjo acompañado de diversas circunstancias, tales como ruidos inusitados y golpes sin causa ostensible conocida. Desde allí se propagó con rapidez por Europa y las demás partes del mundo, siendo al principio objeto de mucha incredulidad, hasta que la multiplicidad de experimentos no permitió que se dudase de su realidad. Si este fenómeno se hubiese limitado al movimiento de objetos materiales, podríase explicar como una causa puramente física. Lejos estamos de conocer todos los agentes ocultos de la naturaleza, ni todas las propiedades de los que nos son conocidos, la electricidad, por otra parte, multiplica hasta el infinito cada día los recursos que brinda al hombre y parece llamada a derramar una nueva luz sobre la ciencia. No era, pues, imposible que la electricidad, modificada por diversas circunstancias, o por otro agente cualquiera, fuese la causa de aquel movimiento. El aumento de la potencia de la acción, que resultaba siempre de la reunión de muchas personas, parecía venir en apoyo de esta teoría; podría considerarse el conjunto de individuos como una pila múltiple, cuya potencia esta en razón del número de elementos. Nada en particular tenia el movimiento circular; porque, siendo natural y moviéndose circularmente todos los astros, podría ser, pues, aquel un ligero reflejo del movimiento general del Universo; o por decirlo mejor, una causa, hasta entonces desconocida, podía imprimir accidentalmente a los objetos pequeños, en circunstancias dadas, una corriente análoga a la que arrastra a los mundos. Pero no siempre era circular el movimiento, sino que a veces se verificaban a sacudidas y desordenadamente. El mueble era zarandeado con violencia, derribado, arrastrado en una dirección cualquiera y, en oposición a las leyes de la estática, levantado del suelo y sostenido en el espacio. Hasta aquí, nada existe en dichos hechos que no pueda explicarse por la potencia de un agente físico invisible. ¿Acaso no vemos que la electricidad derriba edificios, desarraiga árboles, lanza a distancia los cuerpos más pesados, los atrae y los repele? Los ruidos inusitados y los golpes, en el supuesto que no fuesen efectos ordinarios de la dilatación de la madera, o de otra causa accidental, podrían muy bien ser producidos por la acumulación de un fluído oculto. ¿Por ventura no produce la electricidad los ruidos más violentos? Hasta aquí, todo, como se ve pude caber en el dominio de los hechos puramente físicos y fisiológicos. Sin salir de este orden de ideas , era este fenómeno materia de estudios graves y dignos de llamar la atención de los sabios. ¿Por qué no sucedió así? Sensible es tener que decirlo; pero procede de este hecho de causas que prueban, entre mil acontecimientos semejantes, la ligereza del espíritu humano. Ante todo, no es extraño a esto la vulgaridad del objeto principal que ha servido de base a los primeros experimentos. ¡Cuán grande no ha sido frecuentemente la influencia de una palabra en los más graves asuntos! Sin considerar que el movimiento pudiera haber sido impreso a cualquier objeto, prevaleció la idea de las mesas, sin duda porque era el más cómodo y porque, más naturalmente que a otro mueble, nos sentamos alrededor de la mesa. Pues bien, los hombres eminentes son tan pueriles, a veces, que nada imposible sería que ciertos genios de nota hayan creído indigno de ellos ocuparse de lo que se ha dado en llamar danza de las mesas. Es probable que si el fenómeno observado por Galvani lo hubiese sido por hombres vulgares y designado con un nombre burlesco, estaría aún relegado al olvido junto con la varita mágica ¿Cuál es, en efecto, el sabio que no hubiese creído rebajarse ocupándose de la danza de las ranas? (...)

Prolegómenos editar

LIBRO PRIMERO: CAUSAS PRIMERAS editar

CAPÍTULO I: DIOS editar

Dios y el infinito. Pruebas de la existencia de Dios. Atributos de la Divinidad. Panteísmo.


DIOS Y EL INFINITO


1. ¿Qué es Dios?

"Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas".[1]

2. ¿Qué debe entenderse por lo infinito?

"Lo que no tiene principio ni fin; lo desconocido, porque todo lo desconocido es infinito".

3. ¿Podría decirse que Dios es lo infinito?

"Definición incompleta. Pobreza del lenguaje de los hombres que no basta para definir las cosas superiores a su inteligencia". Dios es infinito en sus perfecciones. Decir que Dios es lo infinito equivale a tomar el atributo por la misma cosa, y definir una que no es conocida por otra que no lo es bastante.


PRUEBAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS


4. ¿Dónde puede encontrarse la prueba de la existencia de Dios?

"En el axioma que aplicaís a vuestras ciencias: no hay efecto sin causa. Buscad la causa de todo lo que no es obra del hombre, y vuestra razón os contestará." Para creer en Dios basta pasar la vista por las obras de la creación. El universo existe; luego tiene una causa. Dudar de la existencia de Dios equivaldría a negar que todo efecto procede de una causa, y sentar que la nada ha podido hacer algo.

5. ¿Qué consecuencia puede sacarse del sentimiento intuitivo que de la existencia de Dios tienen todos los hombres?

"Que Dios existe; porque, ¿de dónde provendría ese sentimiento si no estuviese basado en algo? También esto es una consecuencia del principio de que no hay efecto sin causa".

6. El sentimiento íntimo que de la existencia de Dios tenemos, ¿no sería un resultado de la educación y producto de las ideas adquiridas?

"Si fuese así, ¿cómo tendrían el mismo sentimiento los salvajes?" Si sólo fuese producto de la educación el sentimiento de la existencia de un ser supremo, no sería universal y, como las nociones de la ciencia, existiría únicamente en los que hubiesen recibido semejante instrucción.

7. ¿Puede encontrarse la causa primera de la formación de todas las cosas en las propiedades íntimas de la materia?

"Pero, ¿cuál sería entonces la causa de esas propiedades? Siempre es preciso una causa primera". Atribuír la formación primera de las cosas a las propiedades íntimas de la materia, equivaldría a tomar el efecto por la causa, pues esas mismas propiedades son un efecto de que debe provenir de una causa.

8. ¿Qué debe pensarse de la opinión que atribuye la formación primera a una combinación fortuita de la materia, esto es, al acaso?

"¡Otro absurdo! ¿Qué hombre de sano juicio puede considerar el acaso como un ser inteligente? Y además ¿qué es el acaso? Nada". La armonía que regula las partes del universo, revela combinaciones y miras determinadas, y por lo mismo, un poder inteligente. Atribuír la formación primera al acaso es un contrasentido; porque el acaso es ciego y no puede producir los efectos de la inteligencia. Un acaso inteligente no sería ya el acaso.

9. ¿En qué se conoce que la causa primera es una inteligencia suprema y muy superior a todas las demás inteligencias?

"Tenéis un refrán que dice: por la obra se conoce al artífice. Pues bien, examinad la obra, y buscad el artífice. El orgullo es el que engendra la incredulidad. El hombre orgulloso no admite nada superior a sí mismo, y por eso se llama espíritu fuerte. ¡Pobre ser a quién pudiera anonadar un soplo de Dios!" Se juzga la potencia de una inteligencia por sus obras, y no pudiendo ningún ser humano crear lo que la naturaleza produce, la causa primera ha de ser una inteligencia superior a la humana. Cualesquiera que sean los prodigios hechos por la humana inteligencia, tiene una causa esta misma inteligencia, y cuanto más grande sea lo que ella haga, tanto mayor ha de ser su causa primera. Esta inteligencia es la causa primera de todas las cosas, cualquiera que sea el nombre con que la haya designado el hombre.


ATRIBUTOS DE LA DIVINIDAD


10. ¿Puede el hombre comprender la naturaleza íntima de Dios?

"No, no puede; y este es uno de los sentidos que le falta aún".

11. ¿Será dado al hombre algún día comprender el misterio de la Divinidad?

"Cuando su espíritu ya no esté ofuscado por la materia y cuando, por medio de la perfección se haya aproximado a ella, la verá y la comprenderá". La inferioridad de las facultades del hombre no le permite comprender la naturaleza íntima de Dios. En la infancia de la humanidad, confúndelo a menudo el hombre la criatura cuyas imperfecciones le atribuye; pero a medida que en él se desarrolla el sentido moral, su pensamiento penetra mejor en el fondo de las cosas, y se forma de ellas una idea más exacta y más conforme con la sana razón, aunque incompleta siempre.

12. Ya que no podemos comprender la naturaleza íntima de Dios, ¿podemos tener idea de alguna de sus perfecciones?

"De algunas sí, y el hombre las comprende mejor a medida que se sobrepone a la materia; porque las entrevé con el pensamiento".

13. Cuando decimos que Dios es eterno, infinito, inmutable, inmaterial, único, omnipotente, soberanamente justo y bueno, ¿tenemos idea perfecta de sus atributos?

"Desde vuestro punto de vista, sí porque creéis abarcarlo todo; pero sabed que hay cosas superiores a la inteligencia del hombre más inteligente, y para las cuales carece de expresiones vuestro lenguaje, limitado a vuestras ideas y sensaciones. La razón os dice, en efecto, que Dios debe tener esas perfecciones en grado supremo; porque, si careciese de una sola de ellas, o si no las poseyese en grado infinito, no sería superior a todo, ni Dios por lo tanto. Para ser superior a todas las cosas, Dios no ha de experimentar vicisitud alguna, ni tener ninguna de las imperfecciones que pueda concebir la imaginación." Dios es eterno; porque, si hubiere tenido principio, hubiera salido de la nada, o hubiese sido creado por un ser anterior. Así es como, de grado en grado, nos remontamos al infinito y a la eternidad. Es inmutable; porque, si hubiese estado sujeto a cambios, ninguna estabilidad tendrían las leyes que rigen el universo. Es inmaterial; es decir, que su naturaleza difiere de lo que llamamos materia, pues de otro modo no seria inmutable; porque estaría sujeto a las transformaciones de la materia. Es único; porque, si hubiese muchos dioses no habría ni unidad de miras, ni unidad de poder en el gobierno del universo. Es omnipotente; porque es único. Si no tuviese el poder soberano, habría algo más poderoso que él o tan poderoso como él; no habría hecho todas las cosas, y las que no hubiese hecho, serían obras de otro Dios. Es soberanamente justo y bueno. La sabiduría providencial de las leyes divinas se revería así en las más pequeñas, como en las más grandes cosas; y esa sabiduría, no nos permite dudar ni de su bondad ni de su justicia.


PANTEÍSMO


14. ¿Dios es un ser distinto, o bien, y según opinión de algunos, es el resultante de todas las fuerzas y de todas las inteligencias del universo reunidas?

"Si así fuese. Dios no existiría; porque sería efecto y no causa, y no puede ser a la vez la una y el otro. Dios existe, no podeís dudarlo, y esto es lo esencial. Creédme, no paséis más allá; no os extraviéis en un laberinto del que no podraís salir. Esto no os haria mejores, sino quizás un poco más orgullosos; porque creeríais saber mucho, no sabiendo nada en realidad. Dejad, pues, a un lado todos esos sistemas, porque demasiadas cosas tenéis más directamente que os incumben, empezando por vosotros mismos. Estudiad vuestras propias imperfecciones, a fin de emanciparos de ellas, y más útil os será que penetrar lo impenetrable."

15. ¿Qué ha de pensarse de la opinión según la cual todos los cuerpos de la naturaleza, todos los seres y todos los mundos del universo son parte de la Divinidad, constituyendo en conjunto a la misma Divinidad? O de otro modo ¿Qué ha de pensarse de la doctrina panteísta?

"No pudiendo hacerse el hombre Dios, quiere ser, por lo menos, una parte de Dios."

16. Los que profesan esta doctrina pretenden encontrar en ella la demostración de alguno de los atributos de Dios. Siendo infinitos los mundos, Dios es por la misma razón infinito; no existiendo en ninguna parte el vacío o la nada. Dios esta en todas partes; estando Dios en todas partes, porque todo es parte integrante suya, da una razón de ser inteligente a todos los fenómenos de la naturaleza ¿Qué puede oponerse a este raciocinio?

"La razón; reflexionad detenidamente, y no os será difícil reconocer el absurdo." Esta doctrina hace de Dios un ser material que, aunque dotado de una inteligencia suprema seria en grande lo que nosotros somos en pequeño. Transformándose sin cesar la materia, si fuese de aquel modo, Dios no tendría estabilidad alguna; estaría sujeto a todas las vicisitudes, hasta a las necesidades de la humanidad, y crecería de uno los atributos esenciales de la Divinidad: la inmutabilidad. Las propiedades de la materia no pueden conciliarse con la idea de Dios, sin rebajarle en nuestro pensamiento, y todas las sutilezas del sofista no conseguirán resolver el problema de su naturaleza íntima. Nosotros no sabemos todo lo que es; pero sabemos lo que no puede dejar de ser, y ese sistema esta en contradicción con sus más esenciales propiedades. Confunde al creador con la criatura, lo mismo absolutamente que si se pretendiese que una máquina ingeniosa fuese parte integrante del servicio mecánico que la concibió. La inteligencia de Dios se revela en sus obras, como la del pintor en el cuadro; pero tan lejos están de ser las obras de Dios el mismo Dios, como lo está un cuadro de ser el pintor que lo concibió y ejecutó.

CAPÍTULO II: ELEMENTOS GENERALES DEL UNIVERSO editar

Conocimiento del principio de las cosas. Espíritu y materia. Propiedades de la materia. Espacio universal.


CONOCIMIENTO DEL PRINCIPIO DE LAS COSAS


17. ¿Es dado al hombre el conocer el principio de las cosas?

"No; Dios no permite que se le revele al hombre todo en la Tierra."

18. ¿Penetrará el hombre algún día el misterio de las cosas ocultas?

"El velo se descorre ante él a medida que se purifica; pero para comprender ciertas cosas le son menester facultades que no posee aún."

19. ¿No puede el hombre, merced de las investigaciones científicas, penetrar algunos de los secretos de la naturaleza?

"La ciencia le ha sido dada para su progreso en todas las cosas; pero no puede traspasar los límites fijados por Dios." Mientras más dable le sea al hombre penetrar esos misterios, más grande debe ser su admiración con respecto al poder y sabiduría del Creador; pero, ya sea por orgullo, ya por debilidad, su misma inteligencia le hace a veces juguete de la ilusión. Amontona sistemas sobre sistemas, y cada nuevo día le demuestra los muchos errores que ha tomado por verdades y las muchas verdades que ha rechazado como errores. Estos son otros tantos desengaños para su orgullo.

20. Fuera de las investigaciones de la ciencia, ¿les es dado al hombre la facultad de recibir comunicaciones de un orden más elevado sobre lo que sustrae a sus sentidos?

"Sí; y Dios lo juzga útil, puede revelar lo que no puede enseñar la ciencia." Por estas comunicaciones el hombre adquiere, hasta cierto punto, el conocimiento de su pasado y de su destino futuro.


ESPÍRITU Y MATERIA


21. ¿Es eterna como Dios la materia, o bien fue creada por él en algun momento?

"Solo Dios lo sabe. Hay, sin embargo, una cosa que debe indicaros vuestra razón y es que, Dios, tipo de amor y caridad, nunca ha estado inactivo. Por lejano que podraís figuraros el principio de su acción, ¿podeís comprenderle ocio so un segundo?"

22. Generalmente se define a la materia: lo que tiene extensión, lo que impresiona a nuestros sentidos y lo impenetrable. ¿Son exactas estas definiciones?

"Desde vuestro punto de vista son exactas, porque hablaís únicamente respecto de lo que conocéis: pero la materia existe en estados que os son desconocidos: puede ser, por ejemplo, tan etérea y sutil, que ninguna impresión produzca en vuestros sentidos, y, sin embargo, siempre continúa siendo materia, aunque no lo sería para vosotros."

-¿Qué definición podeís dar de la materia?

"La materia es el lazo que sujeta al espíritu; es el instrumento que emplea y sobre el cual ejerce, al mismo tiempo, su acción."

Desde este punto de vista puede decirse que la materia es el agente, el intermedio, merced al cual y sobre el cual obra el espíritu.

23. ¿Qué es el espíritu?

"El principio inteligente del universo."

-¿Cuál es la naturaleza íntima del espíritu?

"No es fácil analizar con vuestro lenguaje el espíritu. Para vosotros no es nada; porque no es una cosa palpable, pero para nosotros es algo. Sabedlo bien, nada es nada, y la nada no existe."

24. ¿El espíritu es sinónimo de inteligencia?

"La inteligencia es un atributo esencial del espíritu, pero el uno y la otra se confunden en un principio común, de modo que para vosotros es una misma cosa."

25. ¿Es independiente el espíritu de la materia, o no es más que una propiedad de ésta, como los colores lo son de la luz y los sonidos del aire?

"El uno y la otra son distintos; pero es necesario la unión de ambos para que sea inteligente la materia."

-¿Es igualmente necesaria esta unión para las manifestaciones del espíritu? (Entendemos aquí por espíritu el principio de inteligencia, haciendo abstracción de las individualidades designadas con este nombre)

"Os es necesario a vosotros, porque no estaís organizados para percibir el espíritu sin la materia. Vuestros sentidos no han sido creados para ello."

26. ¿Puede concebirse el espíritu sin la materia y la materia sin el espíritu?

"Con el pensamiento se puede, indudablemente."

27. ¿De este modo habrá dos elementos generales en el universo: la materia y el espíritu?

"Sí, y por encima de todo, Dios el creador, el padre de todas las cosas, y estas tres son el principio de todo lo que existe, la trinidad universal. Pero al elemento material ha de añadirse el fluído universal, que hace las veces de intermediario entre el espíritu y la materia propiamente dicha, que es demasiado grosera para que el espíritu pueda tener acción sobre ella. Aunque, hasta cierto punto, puede equiparársele al elemento material, se distingue por propiedades especiales, y si realmente fuese materia, no habría razón para que no lo fuera también el espíritu. Esta colocado entre la materia y el espíritu; es fluído, como la materia es materia, susceptible, por sus innumerables combinaciones con ésta, y bajo la acción del espíritu, de producir una infinita variedad de cosas, de las cuales no conocéis más que un pequeño número. Siendo este fluído universal, primitivo o elemental, el agente que emplea el espíritu, es el principio sin el cual la materia estaría en estado perpetuo de división y jamás adquiriría las propiedades de la gravedad."

-¿Será este fluído el que llamamos electricidad?

"Hemos dicho que es susceptible de innumerables combinaciones. Lo que llamaís vosotros fluído eléctrico y fluído magnético son modificaciones del universal, que, hablando propiamente, no es más que materia más perfecta, más sutil y que puede considerarse como independiente."

28. Puesto que el espíritu es algo, ¿no sería más exacto y menos expuesto a confusión designar a estos dos elementos generales con las palabras materia inerte y materia inteligente?

"Poco nos importan las palabras, y a vosotros os toca formular vuestro lenguaje para la mayor inteligencia. Vuestras disputas proceden casi siempre de que no estáis conformes en el significado de las palabras, pues vuestro lenguaje es incompleto para expresar las cosas que no impresionan vuestros sentidos."

Un hecho patente domina todas las hipótesis: vemos materia que no es inteligencia y un principio inteligente independiente de la materia. El origen y conexión de estas cosas no son desconocidos. Que tengan o no un origen común y puntos de contacto necesarios; que la inteligencia tenga existencia propia, o que sea una propiedad, un efecto; que sea según la opinión de algunos, una emanación de la Divinidad, lo ignoramos. Pero se nos presentan distintos, y por eso los admitimos como dos principios constitutivos del universo. Por encima de todo esto vemos una inteligencia que domina todaslas otras cosas, que las gobierna y que se distingue de ellas por atributos esenciales. Esta inteligencia suprema es la que se llama Dios.


PROPIEDADES DE LA MATERIA


29. ¿Es un atributo esencial de la materia la ponderabilidad?[2]

"De la materia tal como la conocéis vosotros, sí; pero no de la materia considerada como fluído universal. La materia etérea y sutil que forma este fluído es imponderable para vosotros, y sin embargo, es el principio de la materia pesada"

(...)

CAPÍTULO III: CREACIÓN editar

Formación de los mundos. Formación de los seres vivientes. Población de la Tierra; Adán. Diversidad de razas humanas. Plularidad de mundos. Consideraciones y concordancias bíblicas respecto a la creación.


FORMACIÓN DE LOS MUNDOS


FORMACIÓN DE LOS SERES VIVIENTES


POBLACIÓN DE LA TIERRA. ADÁN


DIVERSIDAD DE RAZAS HUMANAS


PLULARIDAD DE MUNDOS


CONSIDERACIONES Y CONCORDANCIAS BÍBLICAS RESPECTO A LA CREACIÓN

CAPÍTULO IV: PRINCIPIO VITAL editar

Seres orgánicos e inorgánicos. La vida y la muerte. Inteligencia e instinto.


SERES ORGÁNICOS E INORGÁNICOS


LA VIDA Y LA MUERTE


INTELIGENCIA E INSTINTO

LIBRO SEGUNDO: MUNDO ESPIRITISTA O DE LOS ESPÍRITUS editar

CAPÍTULO I: DE LOS ESPÍRITUS editar

Origen y naturaleza de los espíritus. Mundo normal primitivo. Forma y ubicuidad de los espíritus. Periespíritu. Diferentes órdenes de espíritus. Escala espiritista. Progresión de los espíritus. Ángeles y demonios.

CAPÍTULO II: DE LA ENCARNACIÓN DE LOS ESPÍRITUS editar

CAPÍTULO III: REGRESO DE LA VIDA MATERIAL A LA ESPIRITUAL editar

CAPÍTULO IV: PLULARIDAD DE EXISTENCIAS editar

De la reencarnación. - Justicia de la reencarnación. -Encarnación en diferentes mundos. -Transmigración progresiva. -Suerte de los niños después de la muerte. -Sexos en los espíritus.-Parentesco, fíliación. -Semejanzas físicas u morales. - Ideas innatas DE LA REENCARNACIÓN 166. ¿Cómo puede acabar de purificarse el alma, que no ha alcanzado la perfección durante la vida corporal? «Sufriendo la prueba de una nueva existencia».

-¿Cómo realiza el alma esta nueva existencia? ¿Transformándose como espíritu? «Es indudable que purificándose el alma, sufre una transformación; pero para conseguirlo, le es precisa la prueba de la vida corporal» -¿El alma tiene, pues, muchas existencias corporales? «Sí; todos tenemos muchas existencias. Los que os dicen lo contrario, quieren teneros en la ignorancia en que ellos están. Su deseo no es otro». -Parece resultar de este principio que el alma, después de abandonar el cuerpo, toma otro, es decir, que se reencarna en un nuevo cuerpo. ¿Es así como debemos entenderlo? « Evidentemente». 167. ¿Cuál es el objeto de la reencarnación? «La expiación y mejoramiento progresivo de la humanidad. ¿Dónde estaría sin eso la justicia?» 168. ¿Es limitado el número de las existencias corporales o bien se reencarna perpetuamente el espíritu? «En cada nueva existencia, el espíritu da un paso en el camino del progreso, y cuando se despoja de todas las impurezas no necesita ya las pruebas de la vida corporal». 169. ¿Es el mismo el número de encarnaciones para todos los espíritus? «No; porque el que progresa rápidamente se evita pruebas. Como quiera que sea, las encarnaciones sucesivas son siempre muy numerosas; porque el progreso es casi infinito». 170. ¿Qué viene a ser el espíritu después de su última encarnación? «Espíritu bienaventurado. Espíritu puro». JUSTICIA DE LA REENCARNACIÓN 171. ¿En qué se funda el dogma de la reencarnación? «En la justicia de Dios y en la revelación; porque, como lo repetimos siempre, un buen padre deja siempre a sus hijos una puerta abierta al arrepentimiento. ¿No te dice la razón que seria injusto privar irremisiblemente de la dicha eterna a todos aquellos, cuyo mejoramiento no ha estado en su mano? ¿Por ventura todos los hombres no son hijos de Dios? Sólo entre los hombres egoístas impera la iniquidad, el odio implacable y las perlas irremisibles». Todos los espíritus tienden a la perfección, y Dios les proporciona medios de conseguirla por las pruebas de la vida corporal; pero en su justicia les permite que cumplan en nuevas existencias lo que no pudieron hacer o terminar en la prueba anterior. No estaría conforme nl con la equidad, ni con la hondad de Dios el castigar eternamente a los que han podido encontrar obstáculos ajenos de su voluntad, y en el mismo medio en que viven, que retarden su perfeccionamiento. Si la suerte del hombre quedase irrevocablemente decidida después de la muerte, Dios no habría pesado las acciones de todos con la misma balanza, ni los habría tratado con imparcialidad. La doctrina de la reencarnación, que admite muchas existencias sucesivas, es la única conforme con la idea que nos formamos de la justicia de Dios, respecto de los hombres que ocupaban una condición moral inferior, la única que puede explicarnos el porvenir y basar nuestras esperanzas, puesto que nos proporciona medios de enmendar nuestras faltas por nuevas pruebas. La razón así lo índica y así nos lo enseñan los espíritus. El hombre que tiene conciencia de su inferioridad halla en la doctrina de la reencarnación una consoladora esperanza. Si cree en la justicia de Dios, no puede esperar que será eternamente igual a los que han obrado mejor que él. La idea de que su inferioridad no le deshereda para siempre del bien supremo, y de que podrá lograrlo con nuevos esfuerzos, le sostiene, alentando su ánimo. ¿Quién es el que al terminar su vida, no se conduele de haber adquirido demasiado tarde la experiencia de que no puede aprovecharse? Pues esta experiencia tardía no se pierde, y será empleada con provecho en una nueva vida. ENCARNACIÓN EN DIFERENTES MUNDOS 172. ¿Se realizan en la Tierra todas nuestras diferentes existencias corporales? «No, sino en los diferentes mundos. La terrestre no es la primera, ni la última; pero si, una de las más materiales y lejanas de la perfección». 173. A cada nueva existencia corporal, ¿pasa el alma de un mundo a otro, o bien puede vivir varias veces en el mismo mundo? «Puede revivir muchas veces en el mismo mundo, si no está bastante adelantada para pasar al inmediato». -Según eso, ¿podemos reaparecer muchas veces en la Tierra? «Ciertamente». -¿Podemos volver a ella después de haber vivido en otros mundos? «Seguramente; pues habéis podido vivir ya en otra parte y en la Tierra». 174. ¿Es una necesidad volver a vivir en la Tierra? «No; pero si no adelantáis, podéis ir a otro mundo que no sea mejor o que puede ser peor».

175. ¿Es ventajoso volver a habitar en la Tierra? «Ninguna ventaja particular tiene, a menos de que se desempeñe una misión, pues entonces se progresa en ella como en cualquiera otra parte». -¿No sería mejor continuar siendo espíritu? «¡No, no! Permaneceríamos estacionarios, y queremos caminar hacia Dios». 176. Los espíritus, después de haber estado encarnados en otros mundos, ¿pueden estarlo en éste, sin haber vivido nunca en él? «Sí, como vosotros en otros. Todos los mundos son solidarios, y lo qué no se hace en uno se hace en otro». -¿Luego hay hombres que están por primera vez en la Tierra? «Hay muchos y en diversos grados». -¿Existe algún signo para conocer al espíritu que aparece por primera vez en la Tierra? «Eso no tendría ninguna utilidad». 177. Para llegar a la perfección y a la dicha suprema, objeto final de todos los hombres, ¿debe pasar el espíritu por la serie de todos los mundos que existen en el universo? «No, porque hay muchos mundos que ocupan el mismo grado, y en los que nada nuevo aprendería el espíritu». -¿Cómo se explica, pues, la pluralidad de existencias en el mismo globo? «Porque puede encontrarse cada vez en posiciones muy diferentes, que son para él otras tantas ocasiones de adquirir experiencia». 178. ¿Pueden los espíritus revivir corporalmente en un mundo relativamente inferior a aquel en que ya han vivido? «Sí, cuando han de desempeñar una misión para favorecer el progreso, y entonces aceptan con alegría las tribulaciones de aquella existencia; porque les proporciona ocasión de adelantar». -¿No puede suceder eso mismo por expiación, y no puede Dios enviar a los espíritus rebeldes a mundos inferiores? «Los espíritus pueden permanecer estacionarios; pero no retroceden, y su castigo consiste entonces en no adelantar y en volver a empezar las existencias mal empleadas, en la esfera que conviene a su naturaleza». -¿Quiénes son los que han de empezar nuevamente la misma existencia? «Los que faltan a su misión o a sus pruebas». 179. Los seres que habitan en cada uno de los mundos, ¿han llegado todos al mismo grado de perfección? «No, y sucede lo mismo que en la Tierra, pues los hay más o menos adelantados». 180. Al pasar de éste a otro mundo, ¿conserva el espíritu la inteligencia que en aquél tenía? «Sin duda, pues la inteligencia no se pierde; pero puede no contar con los mismos medios de manifestarla, dependiendo esto de su superioridad y del estado del cuerpo que tomen». (Véase Influencia del organismo, número 367 y siguientes.) 181. Los seres que habitan en los diferentes mundos, ¿tienen cuerpos semejantes a los nuestros? «Es indudable que tienen cuerpo, porque se hace necesario que el espíritu esté revestido de materia para obrar sobre la materia; pero esa envoltura es más o menos material según el grado de pureza a que han llegado los espíritus, y en esto consiste la diferencia de los mundos que hemos de recorrer; porque hay muchas habitaciones en la morada dc nuestro Padre, y muchos grados por lo tanto. Unos lo saben y tienen conciencia de ello en la Tierra; pero otros están muy lejos de semejante creencia». 182. ¿Podemos conocer con exactitud el estado físico y moral de los diferentes mundos? «Nosotros, los espíritus, no podemos responder más que conforme al grado en que os encontráis, es decir, que estas cosas no debemos revelarías a todos; porque no todos están en estado de comprenderlas, y les perturbarían». A medida que el espíritu se purifica, el cuerpo que reviste se aproxima igualmente a la naturaleza espiritista. La materia se hace menos densa, no se arrastra tan penosamente por el suelo, las necesidades físicas son menos groseras y los seres vivientes no tienen necesidad de destruirse mutuamente para alimentarse. El espíritu es más libre y tiene de las cosas lejanas percepciones que nos son desconocidas, viendo con los ojos del cuerpo lo que nosotros sólo vemos con el pensamiento. La purificación de los espíritus produce en los cuerpos en que están encarnados el perfeccionamiento moral; se debilitan en él las pasiones animales, y el egoísmo cede el puesto al sentimiento de fraternidad. Por esto en los mundos superiores a la Tierra son desconocidas las guerras, no teniendo objeto el odio y la discordia; porque nadie piensa en dañar a su semejante. La intuición que tienen de su porvenir y la seguridad que les da la conciencia, libre de remordimientos, hacen que la muerte no les cause temor alguno, y la ven llegar sin miedo y como una simple transformación. La duración de la vida en los diferentes mundos parece que está en proporción del grado de superioridad física y moral de esos mismos mundos, lo cual es completamente racional. Mientras menos material es el cuerpo, menos expuesto está a las vicisitudes que lo desorganizan y mientras más puro es el espíritu, menos son las pasiones que lo debilitan. Este es otro favor de la Providencia, que abrevia así los sufrimientos. 183. Al pasar de un mundo a otro, ¿pasa el espíritu por una nueva infancia?

«La infancia es en todas partes una transición necesaria; pero en todas partes no es tan estúpida como la vuestra». 184. ¿Elige el espíritu el nuevo mundo en que ha de habitar? «No siempre; pero puede pedirlo, y obtenerlo, si lo merece; porque sólo conforme al grado de elevación de los espíritus les son asequibles los mundos». -Si el espíritu no lo pide, ¿qué es lo que determina el mundo donde ha de encarnarse? «Su grado de elevación». 185. El estado físico y moral de los seres vivientes, ¿es perpetuamente el mismo en cada globo? «No, pues también están sujetos los mundos a la ley del progreso. Todos, como el vuestro, han empezado por encontrarse en estado inferior, y la misma Tierra experimentará semejante transformación, trocándose en paraíso terrestre, cuando los hombres sean buenos». Así, pues, las razas que en la actualidad pueblan la tierra desaparecerán un día. Siendo reemplazadas por seres más y más perfectos, y esas razas transformadas sucederán a la actual, como ésta ha sucedido a otras más groseras aún. 186. ¿Existen mundos en los cuales el espíritu, dejando de habitar en un cuerpo material, no tiene otra envoltura que el periespíritu? «Sí, y esta misma envoltura se hace tan etérea, que para vosotros es como si no existiese, y tal es el estado de los espíritus puros». -¿Parece resultar de esto que no hay una demarcación clara entre el estado de las últimas encarnaciones y el del espíritu puro? «Esa demarcación no existe, y desapareciendo gradualmente la diferencia, se hace insensible, como desaparece la noche a los primeros fulgores del día». 187. La sustancia del periespíritu, ¿es la misma en todos los globos? «No, es más o menos etérea. Al pasar de un mundo a otro, el espíritu reviste la materia propia a cada uno de ellos, operación que dura tan poco tiempo como un relámpago». 188. ¿Los espíritus puros habitan en mundos especiales, o están en el espacio universal sin predilección de un globo sobre los otros? «Los espíritus puros habitan en ciertos mundos, pero no están confinados en ellos como los hombres en la tierra, y más fácilmente que los otros pueden estar en todas partes».7

TRANSMIGRACIÓN PROGRESIVA Según los espíritus, entre todos los globos que componen nuestro sistema planetario, la Tierra es uno de aquellos cuyos habitantes están menos adelantados física y moralmente, Marte es inferior, y Júpiter mucho más superior en todos conceptos. El Sol no es un mundo habitado por seres corporales, sino un punto de reunión de los espíritus superiores, que desde allí irradian por medio del pensamiento a los otros mundos que dirigen por mediación de espíritus menos elevados, con los cuales comunican merced al fluido universal. Como constitución física, el Sol es un foco de electricidad. Parece que todos los soles se encuentran en posición idéntica. El volumen y distancia que separa a los planetas del Sol no tienen ninguna relación necesaria con el grado de adelanto de los mundos, puesto que parece que Venus está más adelantado que la Tierra, y Saturno menos que Júpiter. Muchos espíritus que han animado a personas conocidas en la Tierra, han dicho que estaban reencarnadas en Júpiter, uno de los mundos más próximos a la perfección, y ha podido causar admiración ver en este mundo tan adelantado a hombres que la opinión en la Tierra no conceptuaba dignos de tanto. Nada debe sorprender esto, si se considera que ciertos espíritus que habitan en este planeta, pudieron ser enviados a la Tierra para desempeñar una misión, que a nuestros ojos no les hacia dignos del primer puesto. En segundo lugar, entre su existencia terrestre y la que viven en Júpiter. pueden haber vivido otras intermediarias, durante las cuales se hayan mejorado; y en tercer lugar, en este mundo, como en el nuestro, hay diferentes grados de desenvolvimiento, entre los cuales puede haber la distancia que separa entre nosotros al salvaje del hombre civilizado. Así, pues, del hecho de habitar en Júpiter, no se sigue que ha de estarse al nivel de los seres más adelantados, del mismo modo que no por vivir en Paris se ha de estar a la altura de uno de los sabios del Instituto. Las condiciones de longevidad tampoco son las mismas en todas partes que en la Tierra, y la edad no puede compararse. Una persona que había muerto hacia algunos años, fue evocada, y dijo que estaba encarnada hacia ya seis meses, en un mundo cuyo nombre nos es desconocido. Preguntada acerca de la edad que en aquel mundo tenía contestó: «No puedo precisarla; porque no contamos como vosotros; además. el modo de vivir no es el mismo, pues aquí nos desarrollamos mucho más pronto, y sin embargo, aunque sólo hace seis de vuestros meses que me encuentro en este mundo, puedo decir, que, en punto a inteligencia, tengo treinta años de la edad que contaba en la Tierra». Muchas respuestas análogas han sido dadas por otros espíritus, y esto no es nada Inverosímil. ¿No vemos en la Tierra que una multitud de animales llegan en pocos meses a su desarrollo normal? ¿Por qué no ha de suceder lo mismo con el hombre en otras esferas? Obsérvese, por otra parte, que el desarrollo a que llega el hombre en la Tierra a la edad de treinta años, no pasa quizá de ser una especie de infancia, comparado con el que está llamado a alcanzar. Se necesita ser muy miope de inteligencia para tomarnos en todo por tipos de la creación, y se rebaja mucho a la Divinidad. creyendo que, fuera de nosotros, nada hay que le sea posible.

189. Desde el principio de su formación, ¿goza el espíritu de la plenitud de sus facultades? «No; porque el espíritu, como el hombre, tiene también su infancia. En su origen, no tienen los espíritus más que una existencia instintiva, y apenas tienen conciencia de sí mismos y de sus actos. Sólo poco a poco se desarrolla la inteligencia». 190. ¿Cuál es el estado del alma en su primera encarnación? «El estado de infancia en la vida corporal, y apenas se desarrolla su inteligencia; se ensaya en la vida». 191. ¿Las almas de nuestros salvajes son almas en estado de infancia? «Infancia relativa; pero son almas desarrolladas ya, pues tienen pasiones». -¿Las pasiones son, pues, una señal de desarrollo? «De desarrollo, sí; pero no de perfección. Son una señal de actividad y de conocimiento del yo mientras que en el alma primitiva la inteligencia y la vida están en germen». La vida del espíritu recorre en conjunto las mismas fases de la vida corporal. Pasa gradualmente del estado de embrión al de infancia, para llegar por una serie de períodos al de adulto, que es el de la perfección; pero con la diferencia de que no tiene decaimiento y decrepitud como en la vida corporal; que su vida, que tiene principio, no tendrá fin; que necesita un tiempo inmenso, a nuestro modo de ver, para pasar de la infancia espiritista al desarrollo completo, y que realiza su progreso no en una sola esfera, sino pasando por diversos mundos. La vida del espíritu se compone, pues, de una serie de existencias corporales, cada una de las cuales le es ocasión de progreso, como cada existencia corporal se compone de una serie de días, en cada uno de los cuales acrecienta el hombre su experiencia e instrucción. Pero del mismo modo que en la vida del hombre hay días infructuosos, en la del espíritu hay existencias corporales que no producen resultado; porque no ha sabido aprovecharlas. 192. ¿Se puede desde esta vida, observando una conducta perfecta. franquear todos los grados y llegar a ser espíritu puro, sin pasar por otros intermediarios? «No; porque lo que el hombre cree perfecto está muy lejos de la perfección, y hay cualidades que le son desconocidas y no puede comprender. Puede ser tan perfecto como lo permita su naturaleza terrestre; pero ésta no es la perfección absoluta. Así como el niño, por mucha que sea su precocidad, ha de pasar por la juventud antes de llegar a la madurez, así también el enfermo pasa por la convalecencia antes de recobrar toda la salud. Y además, el espíritu ha de progresar en ciencia y moralidad, y si sólo en un sentido ha progresado, es preciso que progrese en el otro para llegar a lo alto de la escala. Pero mientras más adelanta el hombre en la vida presente, menos largas y penosas son las pruebas siguientes». -¿Puede el hombre, por lo menos asegurarse desde esta vida una existencia futura menos sobrecargada de amarguras? «Sin duda que Sí, pues puede abreviar la extensión y dificultades del camino. Sólo el indolente se encuentra siempre en el mismo punto». 193. En sus nuevas existencias, ¿puede el hombre descender a más baja condición de la que ocupaba? «Respecto de la posición social, sí; pero no considerado como espíritu». 194. ¿El alma de un hombre de bien puede, en una nueva encarnación, animar el cuerpo de un malvado? «No; porque no puede degenerar». -¿El alma de un perverso puede llegar a ser la de un hombre de bien? «Sí, si se arrepiente, y entonces la transformación es una recompensa». La marcha de los espíritus es progresiva y nunca retrógrada; se elevan gradualmente en la jerarquía, y no descienden de la altura a que han llegado. En sus diferentes existencias corporales pueden descender como hombres; pero no como espíritus. Así el alma de un potentado de la tierra puede más tarde animar al más humilde artesano, y viceversa; porque los rangos entre los hombres están con frecuencia en razón inversa de los sentimientos morales. Herodes era rey, y Jesús, carpintero. 195. La posibilidad de mejorarse en otra existencia, ¿no puede inducir a ciertas personas a perseverar en el mal camino, creídos de que más tarde podrán corregirse? «El que así piensa no cree en nada, y tampoco le contiene la idea de un castigo eterno, porque su razón la rechaza, y semejante idea conduce a la incredulidad sobre todas las cosas. Si sólo medios razonables se hubiesen empleado en la dirección de los hombres, no habría tantos escépticos. Un espíritu imperfecto puede, en efecto, pensar lo que tú dices durante su vida corporal; pero una vez desprendido de la materia, piensa de muy distinto modo, porque pronto comprende que ha calculado mal, y entonces es cuando trae un sentimiento contrario en una nueva existencia. Así es como se realiza el progreso, he aquí por qué tenéis en la tierra hombres más adelantados que Otros. Unos tienen aquella experiencia de que carecen otros; pero que adquirirán paulatinamente. De ellos depende precipitar su progreso o retardarlo indefinidamente». El hombre que ocupa una mala posición desea cambiarla lo más pronto posible. El que está persuadido de que las tribulaciones de esta vida son consecuencia de sus imperfecciones, procurará proporcionarse una nueva existencia menos penosa, y este pensamiento, más que el del fuego eterno, en el que no cree, le alejará del camino del mal.

196. No pudiendo los espíritus mejorarse más que sufriendo las tribulaciones de la vida corporal, ¿se deduce que la vida material es una especie de tamiz o depuratorio, por el que deben pasar los seres del mundo espiritista para llegar a la perfección?. «Sí; exactamente, es así. Se mejoran en esas pruebas evitando el mal y practicando el bien. Pero sólo después de muchas encarnaciones o purificaciones sucesivas, alcanzan el objeto hacia el cual se dirigen en un tiempo más o menos largo, según sus esfuerzos». -¿Es el cuerpo el que influye en el espíritu para mejorarle, o el espíritu en el cuerpo? «Tu espíritu lo es todo; el cuerpo es una vestidura que se pudre; todo se reduce a esto». El jugo de la vid nos ofrece una comparación material de los diferentes grados de la purificación del alma. Contiene el licor llamado espíritu de vino o alcohol, pero debilitado por una multitud de materias extrañas que alteran su esencia, y no se obtiene su pureza absoluta sino después de muchas estilaciones en cada una de las cuales se desprende de alguna impureza. El alambique es el cuerpo en que ha de entrar para purificarse, y las materias extrañas vienen a ser como el periespíritu, el cual se purifica a medida que el espíritu se aproxima a la perfección. SUERTE DE LOS NIÑOS DESPUÉS DE LA MUERTE 197. ¿El espíritu de un niño, muerto en edad temprana, está tan adelantado como el de un adulto? «A veces mucho más, porque puede haber vivido mucho más y tener más experiencia sobre todo si ha progresado». -¿El espíritu de un niño puede, pues, estar más adelantado que el de su padre? «Este es un caso muy frecuente, ¿por ventura no lo veis a menudo en la tierra?» 198. El espíritu del niño, que por haber muerto en edad temprana, no pudo hacer mal, ¿pertenece a los grados superiores? «Si no ha hecho mal, tampoco ha hecho bien, y Dios no le libra de las pruebas que ha de sufrir. Si es puro, no depende de que fuera niño, sino de que estaba más adelantado». 199. ¿Por qué se interrumpe a menudo la vida de la infancia? «La duración de la vida del niño para el espíritu que en él está encarnado, puede ser complemento de una existencia interrumpida antes del término deseado, y su muerte es con frecuencia una prueba o una expiación para sus padres». -¿Qué hace el espíritu de un niño que muere en edad temprana? «Vuelve a empezar una nueva existencia». Si sólo una existencia tuviese el hombre, y si después de ella quedase decidida para siempre su suerte futura, ¿cuál sería el mérito de la mitad de la especie humana, que muere en edad tierna, para disfrutar, sin haber luchado, de la dicha eterna, y con qué derecho sería eximida de las condiciones, tan duras a veces, impuestas a la otra mitad? Semejante orden de cosas no podría estar conforme con la justicia de Dios, Dada la reencarnación, todos son iguales, a todos pertenece el porvenir sin excepción y sin favoritismo, y los últimos que llegan sólo a si mismos pueden culparse. El hombre debe tener el mérito de sus actos, como tiene la responsabilidad de ellos. Por otra parte, no es racional considerar la infancia como un estado normal de inocencia. ¿No vemos niños dotados de los peores instintos en edad en que no ha podido la educación ejercer aún su influencia? ¿No los vemos que parecen haber traído, al nacer, la astucia, la falsedad, Ja perfidia y hasta los instintos del robo y del asesinato, no obstante los buenos ejemplos que les rodean? La ley civil absuelve sus crímenes; porque, según dice obran sin discernimiento, y tienen razón, porque, en efecto, obran más por instinto que deliberadamente. Pero, ¿de dónde pueden provenir esos tan diferentes instintos en niños de una misma edad, educados con las mismas condiciones y sometidos a las mismas influencias? ¿De dónde, si no de la inferioridad del espíritu, procede esa perversidad precoz, puesto que ninguna parte toma en ella la educación? Los que son viciosos, lo son porque sus espíritus han progresado menos, y sufren entonces las consecuencias, no de sus actos de niño, sino de los de sus existencias anteriores, y así una misma es la ley para todos y a todos alcanza la justicia de Dios. SEXOS EN LOS ESPÍRITUS 200. ¿Tienen sexos los espíritus? «Como lo comprendéis vosotros, no; porque los sexos dependen del organismo. Existe entre ellos amor y simpatía; pero fundados en la semejanza de sentimientos». 201. El espíritu que animó el cuerpo de un hombre, ¿puede en una nueva existencia, animar el de una mujer, y viceversa? «Sí; unos mismos espíritus animan a los hombres y a las mujeres». 202. Cuando somos espíritus, ¿preferimos encarnarnos en el cuerpo de un hombre o de una mujer? «Poco le importa al espíritu; porque depende de las pruebas que ha de sufrir».

Los espíritus renacen hombres o mujeres; porque carecen de sexo. Como deben progresar en todo, cada sexo, lo mismo que cada posición social, les ofrece pruebas y deberes especiales y ocasión de adquirir experiencia. El que fuese siempre hombre, no sabría más que lo que saben los hombres. PARENTESCO, FILIACIÓN 203. ¿Los padres transmiten a sus hijos una parte de su alma, o se limitan a darles la vida animal, a ra cual viene después una nueva alma a añadir la vida moral? «Solamente la vida animal, porque el alma es indivisible. Un padre estúpido puede tener hijos de talento y viceversa». 204. Puesto que tenemos muchas existencias, ¿el parentesco se remonta a otras distintas de la actual? «No puede suceder de otro modo. La sucesión de las existencias corporales establece entre los espíritus lazos que se remontan a vuestras anteriores existencias, y de aquí proceden con frecuencia las causas de simpatía entre vosotros y ciertos espíritus que os parecen extraños». 205. ¿Según ciertas personas, parece que la doctrina de la reencarnación destruye los lazos de familia, haciéndolos remontar a otras existencias además de la actual? «Los extiende; pero no los destruye. Estando fundado el parentesco en afectos anteriores, los lazos que unen a los miembros de una misma familia son menos precarios. La reencarnación aumenta los deberes de fraternidad; porque en vuestro vecino o criado puede vivir un espíritu que ha estado ligado a vosotros por los lazos de la sangre». -¿Disminuye, sin embargo, la importancia que algunos dan a su filiación, puesto que puede haberse tenido por padre a un espíritu que perteneció a otra raza, o que vivió en muy distinta condición? «Es verdad; pero esa importancia se funda en el orgullo, pues lo que la mayor parte honra en sus antepasados son los títulos, la jerarquía y la fortuna. Tal hay que se avergonzaría de descender de una zapatero honrado y que se vanagloria de derivar de un gentilhombre calavera. Pero por más que digan o hagan, no evitarán que las cosas sean lo que son; porque Dios no ha dispuesto las leyes de la naturaleza con arreglo a su vanidad». 206. ¿Es ridículo el culto de los antepasados, porque no existe filiación entre los espíritus de los descendientes de una misma familia? «Ciertamente que no; porque debemos considerarnos felices de pertenecer a una familia en la que se han encarnado espíritus elevados. Aunque éstos no procedan unos de otros, no profesan, sin embargo, menos afecto a los que con ellos están unidos por lazos de familia; porque semejantes espíritus se inclinan a menudo a tal o cual familia por simpatía o por lazos anteriores. Pero estad persuadidos de que ninguna honra reciben los espíritus de vuestros antepasados del culto, que por orgullo les tributáis; su mérito sólo se refleja en vosotros, a medida que os esforzáis en seguir los buenos ejemplos que os dieron, y entonces únicamente puede vuestro recuerdo serles no sólo agradable, sino que también útil». SEMEJANZAS FÍSICAS Y MORALES 207. Con frecuencia los padres transmiten a los hijos la semejanza física. ¿Les transmiten también la moral? «No; porque tienen almas o espíritus diferentes. El cuerpo procede del cuerpo, pero el espíritu no procede del espíritu. Entre los descendientes de raza no existe más que consanguinidad». -¿De dónde proceden las semejanzas morales que existen a veces entre padres e hijos? «Son espíritus simpáticos atraídos por la semejanza de inclinaciones». 208. ¿No tiene influencia el espíritu de los padres en el del hijo, después de haber nacido éste? «La tiene, y muy grande, pues, como dejamos dicho, los espíritus deben contribuir a su progreso recíproco. Pues bien: el espíritu de los padres tiene la misión de desarrollar, por medio de la educación, el de sus hijos, lo que les impone una tarea. Si falta en ella, se hace culpable». 209. ¿Por qué los padres buenos y virtuosos tienen hijos de naturaleza perversa? O, de otro modo, ¿por qué las buenas cualidades de los padres no atraen siempre en virtud de la simpatía, a un buen espíritu que anime al hijo? «Un espíritu malo puede pedir buenos padres con la esperanza de que sus consejos le llevarán por mejor camino, y a menudo Dios se lo concede». 210. ¿Pueden los padres con sus pensamientos y súplicas atraer al cuerpo del hijo un espíritu bueno con preferencia a un espíritu malo? «No; pero pueden mejorar el espíritu del hijo que han engendrado y que les ha sido confiado, y este es su deber. Los hijos malos son una prueba para los padres». 211. ¿De dónde procede la semejanza de carácter que existe con frecuencia entre los hermanos, sobre todo si son gemelos? «Son espíritus simpáticos que se atraen por la semejanza de sus sentimientos y que son felices estando juntos». 212. ¿Hay dos espíritus, o dicho de otro modo, dos almas en los niños cuyos cuerpos están unidos y que tienen ciertos órganos comunes? «Sí; pero a menudo su semejanza hace que no os parezcan más que uno».

213. Puesto que los espíritus se encarnan por simpatía en los gemelos, ¿de dónde procede la aversión que a veces se nota entre éstos? «No es regla invariable la de que los gemelos tienen espíritus simpáticos, pues también los espíritus malos pueden querer luchar juntos en el teatro de la vida». 214. ¿Qué debe pensarse de lo que se cuenta de ciertos niños que luchan en el seno materno? «¡Alegoría! Para demostrar que su odio era inveterado. se le hace datar de época anterior al nacimiento. Generalmente no distinguís bastante las figuras poéticas». 215. ¿De dónde procede el carácter distintivo que en cada pueblo se observa? «Los espíritus forman también familias por la semejanza de sus tendencias, más o menos puras, según su elevación. Pues bien, un pueblo es una gran familia donde se reúnen espíritus simpáticos. La tendencia a unirse que tienen los miembros de esas familias es el origen de la semejanza. que existe en el carácter distintivo de cada pueblo. ¿Crees tú que los espíritus buenos y humanitarios acudirán a un pueblo duro y grosero? No, los espíritus simpatizan con las masas, como con los individuos, y aquéllas les proporcionan la esfera que desean». 216. ¿Conserva el hombre en sus nuevas existencias vestigios del carácter moral de sus anteriores existencias? «Sí, puede suceder así: pero mejorándose cambia. Puede también no ser la misma su posición social, y si de amo pasa a ser esclavo, sus gustos serán muy diferentes y trabajo tendríais en reconocerlo. Siendo el mismo el espíritu en las diversas encarnaciones, sus manifestaciones pueden tener de la una a la otra, ciertas analogías modificadas, empero, por las costumbres de su nueva posición, hasta que un perfeccionamiento notable cambia completamente su carácter: porque de orgulloso y malvado, puede, si se arrepiente, trocarse en humilde y humano». 217. En sus diferentes encarnaciones, ¿conserva el hombre vestigios del carácter físico de las existencias anteriores? «El cuerpo se destruye, y el nuevo ninguna relación tiene con el anterior. El espíritu se refleja, no obstante, en el cuerpo: y aunque es cierto que sólo materia es el cuerpo, éste, sin embargo, está modelado con arreglo a la capacidad del espíritu, que le imprime cierto carácter, especialmente en la cara, por lo que se dice con exactitud que los ojos son el espejo del alma. Quiere esto decir, que la cara particularmente refleja el alma: porque una persona excesivamente fea tiene empero, algo que gusta, cuando sirve de envoltura a un espíritu bueno, prudente y humano, al paso que hay caras muy bonitas que nada dicen, y que hasta inspiran repulsión. Podrías creer que sólo los cuerpos perfectos sirven de envoltura a espíritus perfectos, siendo así que cada día encuentras hombres de bien a pesar de su exterior deforme. Sin tener, pues. una semejanza pronunciada, la de gustos e inclinaciones puede dar lo que se llama aire de familia». No teniendo ninguna relación necesaria el cuerpo que reviste el alma en una nueva encarnación con el que ha abandonado, puesto que puede derivar de muy distinto origen, seria absurdo deducir una sucesión de existencias de un parecido que no pasa de ser fortuito. Las cualidades del espíritu modifican, sin embargo, con frecuencia los órganos de sus manifestaciones, e imprimen a la caro, y hasta al conjunto de los gestos, un sello distintivo. Así bajo la más humilde envoltura puede descubrirse la expresión de grandeza y de dignidad, al paso que bajo el traje del caballero encopetado se descubre a veces la de bajeza e ignominia. Ciertas personas procedentes de la más ínfima posición, adquieren sin dificultad las costumbres y modales de la alta sociedad, y parece que en ella vuelven a encontrar su elemento, mientras otras, a pesar de su nacimiento y educación, están siempre en ella como fuera de su centro. ¿Cómo explicar este hecho sino considerándolo como reflejo de lo que ha sido el espíritu? IDEAS INNATAS 218. ¿El espíritu encarnado no conserva ningún vestigio de las percepciones que tuvo y de los conocimientos que adquirió en sus existencias anteriores? «Le queda un vago recuerdo, que le da lo que se llama ideas innatas». -¿La teoría de las ideas innatas no es, pues, una quimera? «No, puesto que los conocimientos adquiridos en cada existencia no se pierden. El espíritu, desprendido de la materia, los recuerda siempre. Durante la encarnación, puede olvidarlos parcial y momentáneamente; pero la intuición que de ellos conserva, le ayuda en su progreso, sin lo cual tendría que volver a empezar siempre. En cada nueva existencia, el espíritu toma por punto de partida aquel a que había llegado en la existencia precedente». -¿Debe, pues, haber gran conexión entre dos existencias sucesivas? «No siempre tan grande como podrías creer; porque a menudo las posiciones son muy diferentes, y porque en el intervalo el espíritu ha podido progresar» (216). 219. ¿Cuál es el origen de las facultades extraordinarias de los individuos que, sin estudio anterior, parecen tener intuición de ciertos conocimientos, como los idiomas, el cálculo, etcétera?

«Recuerdo del pasado y progreso anterior del alma, del cual ni ellos mismos tienen conciencia. ¿De dónde quieres que procedan? El cuerpo cambia; pero no el espíritu, aun que cambia de vestido». 220. Cambiando de cuerpo, ¿pueden perderse ciertas facultades intelectuales, por ejemplo, la afición a las artes? «Si, si se ha manchado esa inteligencia, o se ha usado mal de ella. Por otra parte, una facultad puede dormitar durante una existencia; porque el espíritu quiera ejercitar otra con la cual no se relacione aquella. Entonces permanece en estado latente para reaparecer más tarde». 221. ¿Debe el hombre, hasta en estado de salvaje, a un recuerdo retrospectivo, el sentimiento instintivo de la existencia de Dios y el presentimiento de la vida futura? «Es un recuerdo que conserva de lo que sabia como espíritu, antes de encarnarse; pero a menudo el orgullo ahoga ese sentimiento». -¿Débense a ese mismo recuerdo ciertas creencias relativas a la doctrina espiritista que en todos los pueblos observamos? «Esta doctrina es tan antigua como el mundo: hállasela por esto en todas partes, lo cual prueba que es verdadera. Conservando la intuición del estado de espíritu , el espíritu encarnado tiene conciencia instintiva del mundo invisible; pero falseado con frecuencia por las preocupaciones, a las cuales la ignorancia añade la superstición».

CAPÍTULO V: CONSIDERACIONES SOBRE LA PLULARIDAD DE EXISTENCIAS editar

CAPÍTULO VI: VIDA ESPIRITISTA editar

CAPÍTULO VII: REGRESO A LA VIDA CORPORAL editar

CAPÍTULO VIII: EMANCIPACIÓN DEL ALMA editar

CAPÍTULO IX: INTERVENCIÓN DE LOS ESPÍRITUS EN EL MUNDO CORPORAL editar

CAPÍTULO X: OCUPACIONES Y MISIONES DE LOS ESPÍRITUS editar

CAPÍTULO XI: LOS TRES REINOS editar

LIBRO TERCERO: LEYES MORALES editar

LIBRO CUARTO: ESPERANZAS Y CONSUELOS editar

Referencias editar

  1. El texto que, entre comillas sigue a las preguntas, es la misma respuesta dada por los espíritus. Se han distinguido con otro tipo de letra las observaciones y explanaciones añadidas por el autor, cuando su confusión con el texto de la respuesta hubiera sido posible. Cuando forman capítulos enteros, se ha conservado el tipo ordinario, pues ya no era posible la confusión
  2. La ponderabilidad es la propiedad de la materia por la cual todo cuerpo está sujeto a las leyes de la gravitación, por lo que todo cuerpo goza de atracción mutua con respecto a otros cuerpos. El peso de los cuerpos se debe a esta propiedad.