El "ideal" y la "mentira vital"

EL "IDEAL" Y LA "MENTIRA VITAL"[1]


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Cumplido mi propósito de hacer conocer, utilizando la obra misma, lo que ella encierra de regenerador, de constructor, no quiero abandonarla sin detenerme ante este interrogante: ¿Qué es el ideal, para Ingenieros?

Hemos visto ya que una característica de los mediocres es la incapacidad para concebir ideales.

Al definir la moral de los idealistas, dícenos, en párrafos precisos:

"El ideal es un gesto del espíritu hacia alguna perfección", y más allá: "Los ideales son visiones que se anticipan al perfeccionamiento de la realidad. Son faros sucesivos en la evolución de los individuos y de las razas".

Y luego: "Los ideales viven de la verdad que se va haciendo; ni puede ser vital ninguno que la contradiga en su punto del tiempo". "Son inducidos de una vasta experiencia". "Representan un nuevo estado de equilibrio entre el pasado y el porvenir". "Son creencias aproximativas acerca de la perfección venidera: están en perpetuo devenir como la realidad a que se anticipan".

Y así llega a la siguiente exacta definición: "Los ideales son preconstrucciones imaginativas de la realidad que deviene".

Luego, estudiando el ideal subjetivamente, Ingenieros llega a estas conclusiones que parecerían contradecir su anterior definición, si no advirtiéramos que ellas se refieren a los falsos ideales:

"Aun cuando interprete absurdamente la perfección venidera, es ideal para quien cree sinceramente en él". "Todo ideal puede contener una parte de error o serlo totalmente". "Mueren los ideales falsos, ilusiones que el hombre se forja respecto de sí mismo, o quimeras que las masas persiguen dando manotadas en las sombras".

56 Paréceme que aquí Ingenieros habría debido ser más explícito en su juicio sobre las mentiras vitales, pues son simples ilusiones que extravían la vida, en vez de intensificarlatal" Conviene deslindar, en lo posible, "la mentira vipseudo principio estimulante, ilusión falazde lo reservado al ideal, hijo y generador de la vida.

Porque la tragedia humana se origina al develar la inharmonía existente entre la mentira vital y la realidad.

Es ley de desarrollo humano el vestir lo real, instintiva y por ello sabiamente, con velos de ilusióntanto más cambiantes y espesos cuanto más íntimamente relacionados están los hechos con lo esencial de la vida. Así, cuál acto biológico es más profundo que la generación y cuál ha sido y seguirá siendo el más poético, sagrado y humanamente idealizado?

Cuanto más hondas sean, en lo futuro, las raíces de la realidad en la vida, tanto más humanamente ideales serán las formas con que la imaginación los vestirá.

De ahí que el verdadero ideal, generado y nutrido por lo real, por la verdad humana, sea eternamente uno y vario, a imagen y semejanza del hombre que lo sintetizó.

Entre el ideal humano y la realidad no pueden jamás originarse inharmonías: ante el recuerdo la fría razón llegará a despojar a cada acto de la belleza con que el instinto de conservación lo vistió, pero no dejará de reconocer que esa atrayente apariencia despertó deseos, domeñó apetitos, avivó energías, templó voluntades y orientó el todo hacia la conquista del ideal, que no es más que la realización imaginativa del superhombre, la visión profética del devenir humano.

Y como la idea es fuerza que tiende, en lo posible, a realizarse, el hombre actual, al concebirse mejoradono hace más que ensayar su energía para que realice, al objetivarse en acción, el tipo creado subjetivamente en ideal.

Así, con libertad relativa, coopera en la evolución la energía consciente del hombre: producto de lo ancestral, del medio y de la educación, pero el producto de conciencia más evolucionada, al elevar subjetivamente el tipo humano por medio del ideal, encauza la energía interna y facilita la posible objetivación de esa energía.

Lo ideal es a la evolución lo que la imaginación ereadora al artista: muéstrale la inspiración, en el miraje, la obra futura y la sola concepción de la belleza lo impele a realizarla.

El ideal sano, hijo de la realidad, es el incentivo que lleva al progreso; es el alimento de los fuertes luchadores.

No así la mentira vital, ilusión falaz que sostiene artificialmente a los débiles y cuya brusca ruptura de equilibrio con la realidad desorbita para siempre sus vidas.

Ibsen, el gran médico de las almas, estudia en Le canard sauvage, este problema siempre actual.

Uno de los personajes, Helling, despierta y aviva en los débiles de espíritu la mentira vital que, galvanizándolos, los hace marchar. ¡Hacia dónde? A la ventura, pues con ese éstimulante artificial, no se llega jamás a conquistar la felicidad. Gregorio, en nombre del ideal, quiere restablecer el imperio de la verdad y, bruscamente, despierta a esos hipnotizados de la vida. Y, al verse histriones cuando se juzgaban héroes, decláranse vencidos para siempre, suicidándose, como Heldwige, o como Nialwar, "llorando como mujeres lo que no supieron conquistar como hombres".

38 La mentira vital—mitos, dogmas, prejuicios, falsas vocaciones científicas, artísticas o religiosas; mimetismo social o político; falaces teorías o engañosas promesas que deforman y envenenan la sensibilidad o la inteligencia, extraviando la voluntad tiene, como único vencedor futuro, la educación integral humana y, como paliativo actual, la lucha contra los prejuicios.

Y el dolor, ese cincelador de la psiquis, es el reactivo que nos proclama vencidos o vencedores de la mentira vital.

Conquistar el ideal y vencer el dolor, he ahí los dos polos por donde la vida pasa su eje de equilibrio.

Así como aquél que bebió la pócima de la mentira vital sobre todo bajo forma de prejuicios religiosos y en edad temprana reacciona difícil y dolorosamente ante el contraveneno de la verdad, aquel que se extravió persiguiendo un ideal humano a medias y que, al darle alcance, trató de realizarlo, se asombra de los funestos resultados de su experiencia y comprueba que siempre un error es tanto más peligroso cuanto mayor verdad unilateral contiene.

" Y esos seres cuya comprensión de la vida se limita e intensifica creando, para su uso exclusivo, un pseudoideal y una moral que los justifique, son los vibriones sociales, indicios de descomposición orgánica de la sociedad, que Dumas (hijo) pinta admirablemente en L'Etrangére.

En ellos la mentira vital es una verdad parcial, erigida en doctrina y llevada a la acción.

Hay otro género de fracasados en la vida y éstos lo son por falta de ideales y de voluntad necesaria para desearlos siquiera: abúlicos, entregados al autoanálisis, no osan querer. Amiel es ejemplo acabado.

Oidle: "Expío mi privilegio. Este privilegio de asistir al drama de mi vida, tener conciencia de la tragicomedia de mi propio destino y, más aún, poseer el secreto de lo tragicómico mismo, esto es, no poder tomar en serio mis ilusiones; verme, por decirlo así, desde la sala en escena... y tener que fingir papel individual... Cómo recuperar el valor para la acción? Dejando que vuelva algo la inconciencia, la espontaneidad, el instinto que apega a la tierra y que dicta el bien relativo y lo útil; aceptando, sencilla y candorosamente, la condición humana; temiendo menos la pena; calculando menos; esperando más; esto es, disminuyendo la clarovidencia, la enfermiza responsabilidad y, con la responsabilidad, la timidez".

Amando, amando ingenua, total, sanamente. El amor, concentración e irradiación de nuestra personalidad, restablece el equilibrio entre el sentimiento y la ideación concentrada, unifica los procesos internos, cristaliza el verdadero ideal humano, aumenta la energía interna, fuerza de resistencia en la lucha por la vida, permite al ser superior intelectualmente, pero aislado en razón de esa superioridad, adaptarse al medio y dominarlo, en lugar de ser dominado.

En verdad, el pensamiento y el amor, las dos alas que Hugo presta al hombre, le permiten volar hacia el ideal pensar por pensar, desear por desear, agotan, porque la vida es ideación realizada. "Ser es luchar, vivir es vencer", según la fórmula de Le Dantec, porque la esencia de la vida es el ejercicio de la fuerza.

Y la vida, como el fuego, no se conserva, sino comunicándola, nos enseña Guyau el angélico, quien agrega: "El elemento activo de la conducta es la expansión de la vida: la superioridad del espíritu se basa en que éste realiza el máximum de intensidad extensiva, de fuerza dominante".

Los pseudoegoístas, aquellos que alimentan la mentira vital de que desarrollando exclusivamente el yo acrecientan su fuerza, —el verdadero egoísmo es la mayor virtud encerrados en sí mismos, aíslanse, disminuyendo la propia energía al cegar la fuente del recambio eterno. Ese individualismo mal entendido es causa de debilidad; el pensamiento solitario del asceta está en capilla: fuerza siempre replegada en sí misma, contra sí misma, se aniquila.

Rousseau y Nietzsche, en sus ideas fundamentales, encarnan, el primero, la filosofía utópica de la ilusión vital, utopía que fué necesaria, en el lema de amor, de igualdad, de fraternidad universal que todo lo nivela, ilusa pero genial tentativa por acordar la realidad externa con la fantasmagoría interna y el segundo, Nietzsche, encarna la humana filosofía del ideal en su ley de esfuerzo, de desigualdad, de lucha; en su desconfianza hacia la facultad de conocer que destruye lo que el instinto vital construye, expresada plásticamente en el aforismo: el cuerpo se crea el espíritu como una, mano de su voluntad, completado con este otro tan bello, pero más consolador:

imprimir al devenir el carácter del ser, he ahí el más alto grado de voluntad de potencia.

Verdad en la que germina la del arribo del superhombre por consciente y voluntaria creación interna, así como en la verdad primera está expreso el determinismo externo.

" Abril 1911 61 Y este esfuerzo consciente de elevar la espiral que sintetiza la evolución la vida, tal cual nos es dado conocerla, abre ancho campo al ideal. El triunfo será de aquel ideal que, en un momento preciso, adapte la energía interna a los fines incontrastables de la energía universal, harmonice nuestra vida interior con la vida total. El libre y diferenciado desenvolvimiento de cada uno, es y será la condición del libre desenvolvimiento y de la harmonía del conjunto.

  1. Fragmento de una conferencia dada en el Ateneo Hispano Americano.