Dactilografía
de Álvaro de Campos


Trazo, solo, en mi cubículo de ingeniero, el plano,
Firmo el proyecto, aislado aquí,
Remoto hasta de quien soy yo.
Al lado, acompañamiento banalmente siniestro,
El tic-tac estallado de las máquinas de escribir.
¡Qué nausea de vida!
¡Qué abyección esta regularidad!
¡Qué sueño este ser así!
Otrora, cuando fui otro, eran castillos y caballeros
(Ilustraciones, tal vez, de cualquier libro de la infancia),
Otrora, cuando fui verdadero a mi sueño,
Eran grandes paisajes del Norte, explícitos de nieve,
Eran grandes palmares del Sur, opulentos de verdes.
Otrora.
Al lado, acompañamiento banalmente siniestro,
El tic-tac estallado de las máquinas de escribir.
Todos tenemos dos vidas:
La verdadera, que es la que soñamos en la infancia,
Y que continuamos soñando, adultos, en un substrato de niebla;
La falsa, que es la que vivimos en convivencia con otros,
Que es la práctica, la útil,
Aquella en la que acaban por meternos en un cajón.
En la otra no hay cajones ni muertes,
Sólo hay ilustraciones de la infancia:
Grandes libros coloridos, para ver y no leer;
Grandes páginas de colores para recordar más tarde.
En la otra somos nosotros,
En la otra vivimos;
En esta morimos, que es lo que vivir quiere decir;
En este momento, por la nausea, vivo en la otra…
Pero al lado, acompañamiento banalmente siniestro,
Alza la voz el tic-tac estallado de las máquinas de escribir.

Traducción del portugués por --Prudencia 22:28 23 feb 2007 (UTC)