Curso Zodiacal: Aries

Curso Zodiacal:
Aries

de Henrich Arnold Krumm-Heller

Querido Discípulo: Ya llevas años estudiando la Revista Rosa Cruz, y probablemente habrás tenido correspondencia conmigo y tiempo sobrado para formar tu propio concepto y un claro juicio de cuanto es nuestra Filosofía, de la que siempre dije que es práctica en grado eminente. Si conoces asimismo nuestro Ritual, observarás que por tres veces se repite que “Nuestra Ley es LUZ, AMOR, VIDA, LIBERTAD Y TRIUNFO”... Basta meditar un instante sobre el significado de estas cinco palabras para deducir que todo cuanto podemos desear se encuentra encerrado en ellas. Pero si he de darte un Curso, si he de colocarte en el comienzo de un sendero práctico y rectilíneo, no va a ser posible comenzar por lo más elevado, sino por la palabra que está en el centro y que hace oscilar la balanza. Es la palabra que pronuncia el Segundo Vigilante. Luego iremos ascendiendo a lo que expresa el Primer Vigilante, y por último a lo que dice el Maestro… En un principio, al operarse el génesis de las cosas, fue la Vida. La Vida creóse de si misma. La Vida es Luz que brotó del mismo Fuego Vital al separarse sus partículas. Pero como estas partículas fueron ya Luz en su formación y Vida al mismo tiempo, y tuvieron su origen en la Causa Primera, resulta, pues, que la Luz en sí es Dios mismo… Sin embargo, cortemos aquí este preámbulo para internarnos en la verdadera práctica. Nuestra Vida nos hace conocer que no somos solamente un Animal Arnold Krumm Heller – Curso Zodiacal 10 Superior cuyo exclusivo objeto sea comer, transitar por el mundo, procrear por sistema y operar negocios para nuestro bienestar. Hay que pensar más; es forzoso darse cuenta de que somos Ángeles, de que somos Dioses encadenados, sujetos en el fondo de un claustro, y que el objeto de nuestra Vida es liberarnos, desasirnos de esas ligaduras y lograr el despertar en nosotros de todas las potencialidades que encerramos. Arquímedes decía: “Dadme un punto de apoyo y moveré a mi voluntad el mundo”. Pues, bien, ese punto de apoyo yo te lo puedo ofrecer, buen Discípulo, si nos ponemos de acuerdo en nuestras apreciaciones. Por ejemplo, si para ti una cosa es azul, mientras yo la veo verde, no será posible que acordemos si de adquirir géneros se trata; pero si partimos del mismo punto de vista reconociendo que todo lo que nos ocupa es infinitamente más serio que comparar géneros, entonces podemos comenzar. Mira, cada máquina tiene su palanca, su timón, desde donde se le maneja, y nuestro organismo, que es una verdadera maquina complicada, tiene también el suyo. He aquí el punto de Arquímedes donde nos podemos apoyar. Luego, si somos una dualidad de Alma y Cuerpo, y es precisamente en el Alma donde reside nuestra actuación, hay que buscar el punto de contacto entre ambos, y este sólo lo hallamos en el Sistema Nervioso del Gran Simpático. El Cuerpo Fluídico, llamémosle así, vive en el subconsciente, y la parte vital consciente es solamente su reflejo. Esa subconsciencia, es a modo de un objetivo mediante el cual puede el hombre ver las actuaciones de si mismo que, por lo general, escapan de su consciencia. Es decir, el Cuerpo Fluídico no tiene voluntad, todo lo contrario, reacciona sobre todas las impresiones que sean lo suficientemente fuertes, bien sea que éstas partan de sí mismo o de la sugestión, o por la autosugestión misma. Tenemos una especie de Voluntad Motriz y una Voluntad Consciente. La primera la podemos llamar subconsciente, y hemos de buscar establecer un puente donde ambas conecten. Arnold Krumm Heller – Curso Zodiacal 11 Dos manifestaciones muy fuertes como dos grandes columnas en nuestra vida, son EL HAMBRE Y EL DESEO SEXUAL, cuyos factores vienen a regir, al hombre elemental. El deseo de alimentarse y cohabitar reside en cada átomo, porque la cohesión y el sostenimiento, no son más que una resultante de hambre y amor. Lo que es nuestra Vida en si, aún no se ha podido definir. Solo diríamos que nuestra vida personal, es parte integrante de la Vida Universal y que ésta se manifiesta mediante la Luz y el Calor, aunque en primer término, está la Luz como dimanación de un Sol Espiritual. De esa Luz o Sol Espiritual se ha hecho todo, la Creación entera. Cuando comemos creamos nuevas partículas en nuestra sangre y en los tejidos, y cuando cohabitamos nos convertimos en creadores, aun cuando esta creación no es consciente porque somos arrastrados por un deseo. Sin embargo, sospechamos que, tras esos deseos o impulsos, existen fuerzas divinas. Necesitamos, pues, hacer que todo se torne consciente, es decir, todo lo que en nosotros es inconsciente o subconsciente, pues, si nuestra vida personal y nuestra subconsciencia forman parte de la Vida y la Subconsciencia Cósmicas, así nuestra consciencia es parte también de la Consciencia Cósmica que reside en la Luz Espiritual y, por consiguiente, perfectamente consciente. Hay una Ley que dice: “Sólo lo igual o semejante se comprende”. Esta es la razón del por qué la parte material de nuestro cerebro no podrá jamás comprender las cosas espirituales. Por eso el Discípulo necesita antes conocerse a si mismo y sentirse espíritu, es decir, habitante de un cuerpo y no el cuerpo mismo. Lo primero seria que el ocultista se dijera a sí mismo todos sus defectos, sin engaños y con verdadera honradez. He aquí la primera práctica también: Ocuparse cada noche, al menos durante cinco minutos, en los propios defectos, pensando en ellos y haciendo la más ferviente promesa de enmendarse. Hay dentro de nosotros un Juez, pero no escuchamos su voz. Estamos sordos y no le oímos por la excitación de nuestros nervios. Es preciso que comencemos por sentarnos cómodamente con la vista fija en un punto determinado, sin hacer un sólo movimiento ni pestañear, como para lograr un relajamiento completo de nuestros músculos. Así lograremos, siquiera durante algunos minutos, convertirnos en ese Arnold Krumm Heller – Curso Zodiacal 12 punto mismo que es todo paz y tranquilidad. Es el primer escalón para llegar al Shamadí o sueño que se provoca el Iniciado, mediante el cual se alcanza, en cinco minutos, fuerzas superiores a diez horas de sueño ordinario. Con esta práctica llegamos también a cargarnos de fuerza y poder, pero es necesario que en nuestro subconsciente llevemos el deseo, aunque sea leve, de llenarnos de Luz Espiritual. Luego, inmediatamente, debemos acudir al polo opuesto, es decir, a educar y dominar nuestra voluntad sugiriéndonos la idea de: YO SOY, YO QUIERO. El Gran Todo, el Cosmos, es un ritmo perenne y respira dentro de un ritmo especial. Hagamos nosotros, pues, siete respiraciones profundas pensando siempre que, al penetrar el aire por la nariz, entra por ella toda la vida, toda la Luz, y nos carga como si fuéramos un acumulador. Luego, y para que actúe en nosotros, levantemos la mano, pero ya no en estado de laxitud sino de tensión, moviendo la cabeza siete veces hacia delante, siete hacia atrás, siete hacia la derecha, siete hacia la izquierda, siete dando vueltas al cuello por el lado izquierdo y siete por el derecho. Hagamos estas prácticas con la intención de que esa Luz actúe primero sobre nuestra cabeza, sobre la parte de Aries, la primera Constelación del Zodíaco, haciendo luego una concentración en que llevemos la mente a la frente pensando que existe allí una Glándula TODA LUZ. Sigamos con esa mente plástica a los Ojos, a la Nariz, a la Boca - centro del lenguaje -y pensemos intensamente sobre la construcción de nuestra Garganta, encaminando luego esta corriente mental hacia los Oídos. Así meditaremos en los cinco sentidos, todos reunidos en plena cabeza. Estas prácticas que corresponden a Aries, deberán hacerse constantemente hasta dentro de cuatro semanas en que debes seguir.