Buen día
de Julio Herrera y Reissig


«Do re mi fa» de un piano de vidrio en el follaje...
Regálase la brisa de un sacro olor a hinojos;
y protegiendo el dulce descanso del villaje
vela el paterno cielo con un billón de ojos...

Lumbres en la montaña vuelcan sobre el paisaje
claroscuros cromáticos y vagos infra-rojos;
pulula en monosílabos crescendos un salvaje
rumor de insectos; ladran perros en los rastrojos.

De súbito, el sereno, en trasnochado canto,
pregona: «¡Son las cinco!» Tal como por encanto,
de gárrulas comadres y vírgenes curiosas

reviven los umbrales; y noche todavía,
cruzan de boca en boca los ingenuos «buen día»
como hilos de alegre rocío entre las rosas.